- EL “VIA CRUCIS” NUESTRO DE CADA DÍA – Vamos… nos animemos a cerrar las otras ventanas de nuestra PC, larguemos un rato Face y el chat.. 2 minutos.

Aprovechemos aquí, para pensar en el “Via Crucis”, de tantos hermanos, lejos de nuestras orillas, en las otras, en aquellas que nos tenemos que animar a cruzar; los adictos, los separados, los que viven en una soledad terrible, los que no tienen familia, hogar, trabajo, proyectos, los que nosotros marginamos y ayudamos a hacerlos cruzar a esas orillas lejanas, a esos países lejanos por unos “caminos de cruces y sombras”.
Si nos animamos, esos vía crucis serán menos y tendrán su domingo de resurrección, el amor hará el resto y de eso solo nos examinarán.

En este rato de oración propongo que pensemos nuestra vida en compañía de Jesús. El auténtico camino de la cruz lo conocemos todos. El final trágico de nuestro Señor lo tenemos presente.
En la vida cotidiana encontramos momentos cargados, que no nos dejan ver el auténtico final de la historia: Jesús resucita. Nuestros días son un regalo para disfrutarlo a cada minuto. Cada momento es una oportunidad de encontrarnos con Dios y en Dios dar sentido a todo.
1ª estación: despertar a un nuevo día
El primer minuto del día, justo después de que suena el despertador es un minuto glorioso. Cambiar de los sueños a la luz tenue del foco de bajo consumo es un triunfo. Es el momento de empezar y esperar… “hoy puede ser un gran día”.
2ª estación: ponerse en marcha
La ducha, el desayuno, vestirme y dejar todo listo para salir de casa son cosas cotidianas que se parecen de un día a otro sin darnos cuenta de que el tiempo pasa. Vamos de forma casi automática haciendo estas tareas y tomando fuerzas para no desfallecer en las primeras horas de la jornada.
3ª estación: Ir al trabajo, a la facultad o la casa.
Con mayor o menor fortuna nos acercamos a nuestro lugar de trabajo, o de estudio. En coche, en bici, en el colectivo, con retrasos, apretujones, maleducados, buscas… El camino se colma de baches cuando la cosa no va bien. Y cuando todo sale según lo previsto, se nos olvida.
4ª estación: Convivir
En la oficina, el hospital, el el aula, el anfiteatro, los clientes, pacientes, vecinos, vendedores… en todos los sitios en los que estamos, tenemos personas a nuestro lado para convivir. Cada una de ellas tiene una historia personal, un humor diferente una mañana particular. Nuestra tarea se realiza con otros, auténticos rostros de Dios, aunque, a veces, no lo parezcan.
5ª estación: Atender
Cuando el trabajo es de servicio público nos toca estar atentos a los demás con la mejor de nuestras disposiciones. No sabemos más que lo que nos vienen a contar, a pedir, a solicitar. Desconocemos sus sentimientos, emociones, gozos y tristezas que le acompañan y, sin embargo, debemos responder atinadamente. También Dios está ahí.
6ª estación: La casa, el hogar.
Quedaron cosas pendientes por la mañana. El hogar es el lugar en el que estirar lo encogido y encontrar paz. La casa es el templo de nuestras cosas, nuestros recuerdos acumulados que debemos observar con devoción para no perder la perspectiva de quiénes somos y a dónde hemos llegado.
7ª estación: Los padres de la criatura
Para nuestros hijos somos fuente de cariño y motivo de disgusto. Para con nuestros padres somos el siguiente corredor de la carrera de relevos, la responsabilidad traspasada y el cuidado solicitado. La edad los hace diferentes y en casa parece que se multiplican los niños. Jesús dijo “Si no se hacen como niños, no entrarán en el reino de los cielos”.
8ª estación: Las extras.
De acá para allá. Las actividades extras que le agregamos a nuestras vidas, conforman una prolongación de la jornada. En ellas invertimos tiempo y esfuerzo, curso de idioma, deportes, juntada para el taller de…, la reunión de equipo, comunidad, grupo, clases de música… Tantas esperanzas.
9ª estación: Las tareas
No hay día que no pase por una buena sesión de trabajo relacionado con mi vida de los que me rodean, mi familia. Deberes, compras a ultimo momento, buscar materiales, llamadas por teléfono, todos entramos en un ritmo que nos descoloca. Padres que siguen trabajando en la casa, hijos que siguen estudianto o preparando cosas, otros que siguen el trajinar de la cocina o la limpieza de la casa, sin parar, cada uno en su lugar… preparados para construir un mundo mejor.
10ª estación: En torno a la mesa
Desayunos, comidas, meriendas, cenas... Hay que proveerse de alimentos. Hay que hacer la lista, comprar, colocar, cocinar... y compartir. Esto lleva su tiempo y no siempre se valora.
Los esfuerzos por “comer sano” se van al traste cuando, tras un día duro, preparamos una pizza congelada. Y a veces la mesa se convierte en un campo de batalla: no me gusta, no quiero, otra vez sopa… yo quiero...
No olvidemos dar gracias por lo que compartimos en la mesa y por quienes hacen posible que tengamos la mesa puesta...
11ª estación: Papeles y documentos.
La consulta del oftalmólogo para mañana, la carta del impuesto no pagado, la reunión con la profe o la maestra… “la biblia en verso” y ahí está Dios.
Y que no le pase nada a la heladera, al teléfono, a internet… el “sistema” busca la manera de molestarte. Es mejor que todo funcione como es debido porque sino tocará reclamar y buscar la manera de hacer justicia en este mundo, una justicia pequeñita… Pero por algo se empieza.
12ª estación: Las otras tareas…
Si quedan fuerzas y ganas y si no para mañana. Los días pasan y se mancha la ropa. Lavarropas… las tareas del hogar, son lugares de santificación por el sacrificio y la generosidad de aquellos que tienen el carisma de hacerlo “como Dios manda”.
13ª estación: La tele, internet, las redes sociales…
Nuestras “ventanas” al mundo exterior. Si ponemos nuestros filtros a la tele, podemos darnos cuenta de la multitud de seres humanos que en este mundo sufren y mueren de mala manera y lo poco que deberíamos quejarnos. La mayor parte de las cosas que vemos y escuchamos están muy lejos de nuestra realidad y sin embargo las sentimos como nuestras: “nada de lo humano puede resultarnos ajeno”.
14ª estación: Vamos a la cama que hay que descansar.
Estamos llegando al final de este “vía crucis”. Sabemos que no termina todo al ocultarse el día. Mañana vendrá otro con sus estaciones correspondientes. Sabemos que al final resucita, por eso todas nuestras preocupaciones y anhelos los dejamos en su presencia, sabiendo que cobrarán sentido con la fe y la esperanza que creemos.
Eclesalia Informativo