- ¡LUCHA! - ¿Hay en mi vida batallas estériles? ¿Cuáles son? ¿Qué tengo que “aceptar” en mi presente?. De que manera continúo?.

Pasan cosas que nunca quisimos… suceden cosas en la vida que nos desgastan… que truncan, que cortan ylastiman... y a veces se nos van las ganas, las fuerzas, las ilusiones.
A veces cometemos errores o tomamos decisiones que nos cuestan lo que habíamos planificado. Todo se derrumba.
A veces confundimos las causas, y luchamos por lo imposible o lo estéril, aferrados a esperanzas inútiles. A veces confiamos en la gente equivocada. Y otras veces nos rendimos, al sentir que ya no merece la pena luchar. Pero no nos dejemos abatir.
Quizás el reto es pelear por algo que lo merezca. No aferrarnos a lo que no puede ser y plantar batalla donde hay vida que sembrar. Mandar a pasear los callejones sin salida, para recorrer los caminos de lo cierto y lo posible. La Vida es una de ellas, la propia y la de otros.

1. ACEPTAR ALGUNAS COSAS COMO SON.
“Le replicó: «Deja que los muertos entierren a sus muertos. Tú ve a anunciar el reinado de Dios»” (Lc 9, 60)


Esto puede parecer un poco derrotista. Pero no se trata del conformismo de los pesimistas. No se trata de afirmar que nada puede cambiar. Hay muchas cosas que pueden cambiar, a mejor, en la propia vida y en otras vidas. Hay mucho bueno por construir.
Pero también es cierto que hay cosas que no podemos forzar: sentimientos, aciertos, errores, situaciones que nos desbordan, rechazos, capacidades… A veces lo mejor que uno puede hacer es decirse a sí mismo: “¡Que venga! ¡Despertate! ¡Acepta lo que tengo!”.
Entonces dejas de intentar embestir a un muro que solo te produce dolor. Y quizás entonces estás, al fin, preparado para salir adelante.
¿Hay en mi vida batallas, situaciones que tengo que enfrentar? ¿Cuáles son? ¿Qué tengo que “aceptar” en mi presente?

2. LA CONFIANZA.
“Yo vi sus andanzas, pero lo curaré, lo guiaré, le pagaré con consuelos; y a quienes hacen duelo por él les haré brotar en los labios este canto: «Paz al lejano, paz al cercano – dice el Señor-, y lo curaré»” (Is 57,18-19)

En la lucha no estamos desarmados. En las mil historias en las que tenemos que desenvolvernos. En los estudios, en el trabajo, en la relación de pareja, en la búsqueda de nuestro espacio vital, en las preguntas por el sentido… contamos con la guía de un Dios que habita en lo profundo de la realidad. Con la fuerza de un espíritu que late en cada latido de nuestro corazón.
Con la luz del evangelio en el que Jesús nos muestra una forma bien concreta de vivir. Es necesario recordar alguna vez que El nos lleva de la mano –aunque a veces creamos que estamos a la intemperie-. Es importante mirar hacia fuera para descubrir nuevas posibilidades y motivos. Es útil fiarse de Dios, más allá de la propia fragilidad. Es útil fiarse de la imperfecta Comunidad en la que persevero o en la frágil y desbordada familia que poseo.

¿En qué palabra, promesa imagen, parábola, puedo encontrar hoy motivos para la confianza?
“Pero llevamos este tesoro en recipientes de barro para que parezca,
que una fuerza tan extraordinaria es de Dios y no de nosotros. Atribulados en todo, mas no aplastados;
perplejos, mas no desesperados; perseguidos, mas no abandonados; derribados, mas no aniquilados.”
Pablo de Tarso 2º Corintios 4, 7 - 9