En una ciudad, vivía un muchacho muy curioso y esa curiosidad que lo llevaba a preguntar, a conocer, a indagar, buscar, confrontar, todo eso lo ponía en situación de aprender. Su búsqueda le llevó a conversar con una persona anciana, querida y respetada en la comunidad. Conversando le hizo la siguiente pregunta:
- ¿cuál es el mayor obstáculo que un hombre tiene que vencer para caminar confiado en la vida?
- El viejo le respondió; el hombre mismo. Su falsa idea de identidad es el obstáculo más difícil y así caminará de forma equivocado hacia la libertad.
- Y cómo llegó a esa conclusión?.
- El viejo le contó algo que le había visto hace muchos años; un día vi a un perro que se moría de sed estando en la misma orilla de un charco con agua. Al observar, descubrí que el animal veía en el agua su propio reflejo y lo tomaba por otro perro.
Ladraba y luego escapaba sin haber bebido, temeroso ante la imagen de ese otro perro que le estaba mostrando sus afilados colmillos y en su miedo, hasta escuchaba sus propios ladridos como si fueran de otro animal.
Así estuvo durante varias horas. Al final, la sed le hizo perder toda la prudencia y se lanzó al agua. En ese mismo instante, el otro perro, que era su obstáculo, desapareció.
Interesante tema para pensar, la identidad, el ser, lo que somos, lo que tenemos, las posibilidades, los dones, talentos.
Y nuestros miedos, reflejos condicionados que muchas veces la realidad y personas con sus propias vidas llenas de miedos y prejuicios hacen de nosotros seres sin una identidad definida y fuerte para superar lo que nos pasa. Mucho menos para tomar decisiones que implican mi felicidad y la de los que me rodean. Nuestras Comunidades de Adolescentes, de jóvenes y de adutos deberían profundizar este y otros temas para caminar mejor por la realidad y sobre todo poder compartir con aquellos hermanos de los distintos ambientes.
Sobre un cuento de La Vanguardia