La moto salió de la ciudad de Tucumán, rumbo al noreste, por la ruta 305, se dirigía manejada por el Padre Hernán a Las Cañitas, lugar de trabajo misionero de la Comunidad Saulo, pero tenía la particularidad que en el vehículo viajaba otro pasajero, uno que conocemos… Jesús.
En la bandolera del cura iba Jesús en la forma de la hostia consagrada, para acompañar a los misioneros y los vecinos del lugar, un misionero más, un hermano más, un compañero de caminos y sensaciones.
El ServiCura llegó a su destino y Jesús se quedó a compartir la Fe y la Vida en esos días. Así es Jesús, siempre llega, a pesar de los inconvenientes, del clima, de la distancia, de nosotros mismos, El llega y se queda siempre al lado de cada uno… y espera, acompaña, escucha, mira… comprende y perdona.
Da consejos, ayuda a caminar, enseña a mirar las necesidades de los niños, jóvenes y adultos, tiende su mano para levantarnos de cuanta situación de vida tengamos.
Nos enseña a caminar y navegar los nuevos rumbos de la sociedad en que vivimos, a ser audaces en la Fe y la Evangelización integral, nos impulsa a animarnos a llevar el Evangelio a todos y en todos lados, porque, de seguro, El, como sea, llegará. Dos servidores de la vida, Jesús y el cura para que nosotros seamos buena sal y buena luz..