PALESTRA Y SU APOSTOLADO, LA CAPTACIÓN. - Para la Captación Dios nos llama a la responsabilidad de agente evangelizador, a nuestro “AQUÍ ESTOY”, a recibir el llamado y nuestra respuesta.

Lo primero que tenemos que hacer es Captar a Jesús en toda su dimensión, darnos cuenta de la presencia del Resucitado en nuestras vidas y que nos anima a ser nuevos en todo sentido.
Debemos buscar ser evangelizados por El, convertirnos en discípulos, para recién comprender lo fundamental: reconocer a Jesús  como alguien que nos enseña a vivir en una dirección nueva.
Captar es aprender a organizar la propia vida, no alrededor y a favor de uno mismo, del propio grupo o la propia Iglesia, sino en favor de los que están lejos y cerca de nosotros. Lo más decisivo no es la propia santidad, sino una vida más digna para todos. Jesús lo llamaba Reino de Dios.
Y la Captación en Palestra -el primer apostolado del movimiento- es llevar la propuesta de una nueva vida, un nuevo camino, un nuevo sentido de nuestros actos, pensamientos y opciones de vida a los hermanos de nuestros ambientes; llegar a todos para la Iglesia y en manera especial llegar a personas que tengan la capacidad de moverse con soltura en todos lados, de saber leer la realidad, que posean la capacidad de producir cambios por el bien comunitario… líderes y dirigentes.
En estos tiempos de Aparecida, de planes pastorales diocesanos y de nueva evangelización debemos captar a aquellos que no están trabajando en el mundo eclesial. Hay tantos adolescentes, jóvenes y adultos, familias enteras que no saben quién es Jesús más allá de “el barba”, “el flaco”,  el “revolucionario” y tantos nombres superfluos que no penetran su persona y su relación con Dios y los hombres.
La Captación es una responsabilidad y una oportunidad de felicidad y de un camino de salvación para muchos hermanos.
A quienes estamos en la Iglesia nos preocupa lo que pasa a la largo de la historia social, política, personal y comunitaria de aquellos que nos acompañan en el mundo de la familia, el trabajo y el estudio. Una de las soluciones reales  que sabemos que da resultado es el proceso educativo de Palestra, por lo menos en lo que a nosotros nos concierne no sólo dentro de la Iglesia, sinó en la sociedad que nos cobija.
Un hermano  evangelizado en un ambiente familiar, de trabajo o de estudio transforma ese ambiente, porque hay alguien que asumió la vida nueva. Ese ambiente nunca volverá a ser el mismo y más si se entiende la promoción a través de la fe como un bien que será visto, oído y  vivenciado por muchas otras personas.
Asumir la captación no es igual a cantidad, ni a calidad, ni a folclores ni shows para acercarlos. Tampoco es utilizar los tiempos de acercar a Jesús sólo como un sinónimo de solución a problemas que la misma persona o el entorno puede solucionar. La captación es acercar a Jesús en tiempos en los que Dios siembra y luego cosecha los frutos. Para eso apela a la libertad de sus hijos; su pedagogía supera nuestros conocimientos.

Para la Captación Dios nos llama a la responsabilidad de agente evangelizador, a nuestro HINÉNI, palabra que aparece mucho en la Biblia y que significa; “HEME AQUÍ”, “AQUÍ ESTOY”, 

La captación siempre será un hermoso desafío de jugarnos por el otro. Será siempre una actitud pascual, una acción pentecostal, un salir de la pastoral de preservación a una pastoral misionera, a cruzar a la orilla de aquellos bautizados que no están insertados en ningún lugar de perseverancia en la fe. Y romper con esa tentación de “evangelizarnos entre nosotros”, es decir, hacer una serie de actividades, incluido el motivador para los que están dentro de la iglesia. Debemos animarnos a ir hacia aquellos que no conocen a Jesús, a los ambientes que nos cuestan.
Por eso urge evangelizar, como dice el apóstol Pablo. Cuidado si no llevamos la palabra de Jesús a los que realmente la necesitan; cuidado con no hablar en las lenguas de los ambientes para atraerlos a Cristo.
Debemos tomar el cuidado (“hay de mí”) como un llamado de atención, como un impulso a ocuparnos de lo esencial.

“Hay dentro de cada hombre una presencia, una fuerza,
un aliento que es Dios mismo latiendo.
Y si le dejamos, entonces habla. Pero no se impone.”