Aprovechando el tiempo de las Olimpiadas, ofrecemos unos
artículos que nos ayuden a reflexionar, sobre nuestras actitudes en la vivencia
personal y comunitaria en Palestra. Este es el primero:
“Citius, altius, fortius”- la valiosa frase revelada
junto a los cinco círculos en la bandera del Congreso Olímpico de Paris en 1914
, expresa sintéticamente el espíritu Olímpico. “Más veloz, más alto, más
fuerte”, quiere decir no estar contento con la mediocridad, quiere decir vivir
con ardor. Ambición de no reservar energías ante la agonía, de darlo todo,...
En el tiempo de Pablo, los “Juegos Ístmicos” fueron el
gran evento de su mundo y posiblemente él vio alguna competencia cuando estuvo
en Corinto. Y aunque no sea así, estas grandes justas deportivas –comparables
con las mismas Olimpiadas (con muchos espectadores)-, ofrecían al apóstol las
imágenes del atleta para poder ilustrar la vida cristiana a los cristianos de
Corinto.
Pero, más allá de las analogías deportivas, osamos decir
que toda la actitud mental y espiritual de Pablo respiraba un espíritu
agonístico (tomado como LUCHA), así que él tomaba la vida y su misión en un
sentido “olímpico”. Esto es que el apóstol jamás se contentaba con un mero
“pasar la vida”, o elegir lo mínimo...
Así, Pablo siempre aspiraba a las cosas
más altas: quería ganar más personas a la causa de Cristo, quería predicar en
más lugares a más personas, tanto así que estaba dispuesto a posponer (así esto
le implicara sufrir un poco más) su encuentro definitivo con el Señor para
poder ganar adeptos a la causa de Cristo.
Dice San Juan Crisóstomo que “Pablo muestra de una manera
particular qué cosa es el hombre y cuánta es la nobleza de nuestra naturaleza,
de cuánta fuerza es capaz este ser pensante. Todos los días subía más alto,
todos los días surgía más ardiente y combatía siempre con mayor coraje contra
las dificultades que encontraba”. (Hom. 2 de laudibus sancti Pauli: PG 50,
477-480).
Pablo asumía esta actitud “Olímpica” cuando decía:
“Hermanos, yo no creo que todavía los haya servido, sólo esto sé: olvido el
pasado y protesto contra el futuro, corro hacia la meta para llegar al premio
que Dios nos tiene llamados a recibir allá arriba, en Cristo Jesús. (Fil 3,
13-14).
Que las próximas Olimpiadas nos hagan recordar o aprender
algunas lecciones válidas para la vida de cada uno de nosotros. Ante la falta
de Fe y las dificultades, como los atletas, no podemos rendirnos.
No podemos estar contentos (complacidos) con simplemente
pasar la vida. En todo aquello en lo que estamos y afrontamos y empeñamos en
nuestra vida, pero sobre todo en el vivir de nuestra Fe, debemos, como San
Pablo, pretender ir al encuentro del futuro, hacia nuestra meta, cada día con
más fuerza, con las cumbres más altas, con más ardor y así creceremos más en la
fuerza de nuestra fe.
P. Kevin - Pontificio Consejo para los laicos.
San Pablo y las olimpiadas; otro artículo en el Blog Dirigentes Paulinos:
- A CORRER... basta de excusas...
San Pablo y las olimpiadas; otro artículo en el Blog Dirigentes Paulinos:
- A CORRER... basta de excusas...