Que lindo es volver a los lugares queridos y donde
siempre nos trataron bien, aquellos lugares y personas de las cuales nos
alejamos por distintos motivos y situaciones de vida.
Y que lindo es valorar las cosas que son importantes para
el alma, la presencia amorosa y serena de Dios, que lindo es recorrer de vuelta
los caminos que me llevan a los lugares de la felicidad plena.
En todo proceso de conversión, se comprende que Dios
siempre ama primero, y que nos busca siempre como todo padre que ama. Y solo
podremos comprenderlo con una actitud concreta de arrepentimiento y el deseo de
volver a habitar la casa paterna. El encuentro, el volver a gustar la amistad
de Dios bien merece celebrar y recomenzar con todo nuevo, vestimenta, calzado,
actitudes, caminos, vida…
Todo vuelve a tener sentido, las relaciones con uno
mismo, con Dios, con los hombres y las cosas, todo el sabor que solo produce la
presencia de Dios en el corazón.