Todo lo que recibimos en estos días fue un regalo de
Dios, desde hace dos semanas que estamos en la hermosa tensión de disfrutar la
Fe y la Gracia en el corazón de los hermanos que realizaron los motivadores 82 de mujeres y
83 de varones, ambos de la Etapa Jóvenes.
Un regalo de Fe, algo gratuito, que nos ha sido dado sin
pedir nada a cambio, aun cuando todos los que participamos de este tipo de
experiencias damos respuestas concretas que producen sus frutos en el tiempo y
en las experiencias propias de la vida.
Pero para que esos frutos sean gustados, saboreados y
compartidos, necesitamos de la perseverancia, aquella que es también
interpretada como constancia, prosecución, durar…
Palabras que nos hacen entender que debemos mantenernos
en aquello que hemos decidido en libertad, en los objetivos que nos propusimos
y los desafíos que tenemos que enfrentar.
La perseverancia es la virtud por la cual todas las otras
virtudes dan su fruto.
En Palestra tenemos la herramienta que tiene el signo
concreto de una parte de la bicicleta, el pedal, esa parte que al apoyarnos en
el y hacer una fuerza, podemos comenzar a movernos.
Esta herramienta de perseverancia nos lleva a andar los
caminos de la Fe, haciéndola realidad en obras y hechos concretos. Por ejemplo,
la vivencia mejor en las cosas de la familia o el lugar que considero mi
familia, en el estudio, el trabajo, en las relaciones con otras personas y como
cuido mi persona de todo aquello que me despersonaliza y no me hace feliz.
Y en Palestra tenemos otras cosas que pueden ayudarnos a
caminar los compromisos y alianzas asumidos, entre ellos mencionaremos a la
Comunidad toda en cuanto Movimiento y las Comunidades particulares que Palestra
tiene en los distintos ambientes y para las distintas edades. En los dos ámbitos
encontrarán elementos para seguir en la prosecución de lo que quiero hacer y
cambiar, en ellas encontraremos a hermanos que tiene las mismas ganas de
perseveran y que en algunos casos ya están viendo sus frutos en tantos temas, mejoras
en los estudios, en las relaciones familiares, incluso acercando a padres y
familiares cercanos a la Iglesia, a ser mejores laburantes, siendo honestos,
positivos, dadores de vida, y portadores de esperanza.
Y tendremos también un elemento importante, la lucha
ligada, el caminar los tiempos de la perseverancia juntos a otros. Compartir la
Fe y la Vida con ellos será toda una experiencia que redunda en beneficios
integrales para mi persona.
Aprenderé a socializar mi carácter, mi manera de
comunicarme con otro, a compartir lo que sé, a aceptar que puedo recibir
enseñanzas de aquellos que empiezo a conocer, a que puedo cambiar esas cosas
que solo no puedo, a conocer a Jesús desde la lectura y su aplicación de las
enseñanzas del evangelio, tanto tiene la vida comunitaria que solo se entiende
de manera práctica, perseverando y gustando lo que se vive.
Y lo mismo pasa para aquellos que no se van a quedar en
el movimiento, y que se integrarán en otros ámbitos de la Iglesia y de la
sociedad, necesitarán de la perseverancia, de la Fe compartida para poder
seguir en esa amistad con Dios.
Los sacramentos serán el soporte esencial para perseverar
correctamente, la reconciliación, la eucaristía serán una forma de agradar y
seguir en la presencia del Señor, El nos llamó, El escucho nuestro SI, y El nos
brinda todo para acompañarnos. La perseverancia se hace real en la persona de
Jesús y en sus enseñanzas.
Los tiempos de perseverancia tiene sus dificultades, sus
sinsabores, sus días grises y negros, sus marchas y contramarchas, sus claros y
sus luces radiantes, y eso también la hace importante para caminar con dignidad
de hijos de Dios, porque de los errores, de las caídas, vamos aprendiendo y
podemos cambiar el vicio en virtud, el pecado en gracia, la muerte en vida.
San Pablo, nuestro patrono, nos aconseja con los saberes
de un hombre que una vez que se encontró con Jesús tiene que sostener esa
perseverancia con obras, y dan Fe de ello la cantidad de comunidades por él fundadas
y por él cuidadas.
Pablo nos dice, a través de una carta a Timoteo; "Combate
el buen combate, conservando la fe y la conciencia recta; algunos, por haberla
rechazado, naufragaron en la fe" (1 Tm 1,18-19). Para vivir, crecer y
perseverar hasta el fin en la fe debemos alimentarla con la Palabra de Dios;
debemos pedir al Señor que la aumente (cf. Mc 9,24; Lc 17,5; 22,32); debe "actuar
por la caridad" (Ga 5,6; cf. St 2,14-26), ser sostenida por la esperanza
(cf. Rom 15,13) y estar enraizada en la fe de la Iglesia.
Por eso, queridos hermanos y hermanas de los últimos motivadores
y a todos aquellos que hacen de la perseverancia una experiencia diaria,
tenemos un compromiso con el Señor, con El nos comprometimos y con la comunidad
toda como testigo, y por lo tanto juntos podemos asumir la perseverancia como un gustar lo que Dios nos tiene prometidos.
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