No es fácil dar algunos pasos. No es fácil tomar
decisiones, arriesgar al elegir unos caminos… Asusta meter la pata,
equivocarse, perder unas oportunidades por tirar por unos caminos y no por
otros.
Y esto ocurre en algunas dimensiones cotidianas (hacer un
plan con los amigos, gastar dinero en esto o en esto otro…); y ocurre en
cuestiones más importantes, de esas en las que te lo juegas todo: ¿Qué carrera
elijo? ¿Ha llegado el momento de casarme? ¿Me estará llamando Dios a la vida
religiosa? Estudio o trabajo?
Estas u otras preguntas asaltan, en diversos momentos, y
nos zarandean, inquietan y remueven. Pero que no dejemos de vivir por miedo a
decidir.
¿Y SI ALGO SALE MAL? - «Adán contestó: te oír en el
jardín, tuve miedo porque estaba desnudo, y me escondí» (Gen 3,10)
Solo el que arriesga puede perder… pero quizás solo el
que arriesga puede ganar también. ¡Ojo! esto no quiere ser una invitación a lo
temerario, lo insensato o lo ridículo. Pero sí quiere ser un grito contra la
seguridad que nos impide movernos.
Claro que en la vida pueden salirme mal muchas cosas. Y
si llega ese momento, tendré que levantarme, quizás con alguna magulladura, y
seguir caminando. Pero es necesario salir a terreno abierto, allá donde todas
las certidumbres se difuminan un poco, y poner en juego alma, vida y corazón.
¿A qué tengo miedo?
¿Tengo decisiones pendientes en mi vida?
CAUTIVERIOS - «Me ha tapiado sin salida, cargándome de
cadenas» (Lam 3,7)
Así que, a veces, necesitamos sacudirnos las inercias y
las seguridades. Porque hay prisiones que son evidentes, y de ellas queremos
salir.
Pero hay otros encierros más sutiles que también van
minando la propia historia, aunque de forma más sutil: Las habladurías, los
chismes, la incapacidad para vivir relaciones afectivas profundas, la
frivolidad como forma de lidiar con las circunstancias, la esclavitud por la
imagen, el temor a ser criticados, la falta de tiempo para lo importante porque
uno anda siempre “ocupado”…
¿Cuáles son las celdas que pueden impedirme vivir en
plenitud?