La falta de curiosidad o inapetencia por las culturas ajenas es un índice de decadencia y pasividad, porque la cultura afectada por este síndrome se convierte en mero objeto de contemplación. (Juan Goytisolo)
Vivimos conectados al resto del mundo. Gracias a los Blog, Google, facebook, twitter, etc. podemos saber al instante lo que está pasando al otro lado del planeta sin movernos de nuestras sillas.
Pero, ¿realmente esto ha ampliado nuestros horizontes?
Tener una herramienta sirve de poco si la usamos mal. En la mayoría de los casos nuestros entornos virtuales son tan cerrados o más que los que tenemos en la vida real, pues tendemos a interesarnos por las noticias que nos afectan y por la gente que se mueve en nuestros círculos o que comparte aficiones, ideas o gustos con nosotros.
Así, sabemos al instante qué camiseta llevaba un amigo el sábado por la noche, sus estados de ánimo, pero ni siquiera nos enteramos de la hambruna que matará a más de un millón de personas este año en Zimbabue y menos lo que sucede con los suicidios-protestas, quemándose a lo bonzo, en Arabia Saudita, Sudan, Marruecos, Egipto, protestando por la situación política y social, por la falta de posibilidades laborales, libertad de pensamientos y de progreso, o por los hermanos que piden un derecho constitucional y humano como una vivienda, un techo.
Así podemos dedicar horas a mirarnos el ombligo y dormir tranquilos pensando que lo que hemos hecho es abrir nuestros horizontes a este mundo “global”.
Donde queda nuestro, "a cualquier parte del mundo inmenso, si tu me mandas... marcharé". Otros desafíos para este año.
Carlos Evans