Hay ocasiones en que es importante aterrizar, concretar, elegir, decidir. Y, por el contrario, hay situaciones en que toca esperar, mirar más allá, creer en el mañana. Y esa es la paradoja.
El ahora puede ser una oportunidad o una losa, un camino de liberación o una forma de tiranía. La fuerza del “Ya” es la de un arma de doble filo.
1. LA URGENCIA TIRANA
“LA SEÑORA NECEDAD ES IMPULSIVA, MENTECATA E IGNORANTE” (PROV 9,13)
"Señor, dame paciencia, pero dámela ¡YA!” Es una frase interesante. Y muy real. El Carpe Diem puede ser un canto a la inmediatez. No hay mañana. No hay trayecto. El esfuerzo con vistas al futuro parecería ridículo. No hay sitio para esperar.
Todo lo que tengo es el ahora. Y si ese ahora es bueno, genial. Pero si es sombrío, entonces estoy perdido. Si ahora soy feliz, gracias, Señor. Si estoy mal, es que me has fallado. Con esa lógica estoy abocado al vértigo y a vivir a los ponchazos.
¿Soy capaz de vivir el presente en lo que tiene de incómodo, de difícil, de imperfecto, sin exasperarme por ello?
¿En qué vivo el hoy como camino hacia un mañana?
2. LA CONCRECIÓN NECESARIA
“UN POCO DORMIR, UN POCO ADORMECERSE, UN POCO CRUZAR LOS BRAZOS DESCANSANDO, Y COMO VAGABUNDO, TE VIENE LA MISERIA Y LA INDIGENCIA COMO LADRÓN” (PROV 24,34)
Sin embargo, también es importante concretar algunas veces. Para no quedarme atascado en el “ya veremos”, “Tal vez”, bueno, “ya te diré…” “luego…” “más tarde…” “Mañana…” Y, a la hora de la verdad, nunca.
Hay circunstancias en las que el hoy pide un ahora. Me toca decidir, afrontar los retos, dar pasos, elegir un camino, pronunciar una palabra, saldar cuentas, ir al frente…
Me toca abrazar unas causas y renunciar a otras; estrechar unas manos y decir adiós a otras; para no vivir en un eterno “ya veremos”, ni convertir el “algún día” en una letanía absurda.
¿Qué tareas tengo eternamente pendientes?
¿Qué necesita concreción en mi vida hoy, aquí y ahora?