Estoy cansado, o contento, o herido, o jodido, o
ilusionado, o agobiado, o endiabladamente perdido... Según el día, según el
tiempo, según el humor o la cantidad de trabajo. Es inmediato el pensar en el
mundo como mi mundo, en el momento en función de mi estado de ánimo, en los
otros en función de su relación conmigo: mamá no me entiende, mi jefe es un
genio si valora mi trabajo, o un idiota por lo que me pide, mis amigos se están
pasando conmigo, mi novio o mi novia cubre todas mis expectativas o me
defrauda, y así sucesivamente. ¿Es posible vivir de otro modo?
VIVIR EN CLAVE DE TÚ – “Qué hermosa eres, amada mía,
qué hermosa eres.” (Ct 4, 1)
Tal vez es inevitable una dosis de subjetivismo, y un
cierto énfasis en el yo, pues mi conciencia es mi filtro. Sin embargo a veces
habría que hacer el ejercicio de intentar ponerme en la piel del otro,
especialmente del otro cercano, que es el que llena mi horizonte vital.
A veces
habría que hacer el esfuerzo por pensar en tú, tratando de descifrar cómo eres,
qué sientes, si sufres y por qué, de dónde viene esa sonrisa fascinante, esas
ojeras o esa mirada compungida. A veces tendría que tratar de imaginar cómo es
estar en el pellejo del otro. De ese otro a quien no entiendo, o a quien
critico, a quien no puedo ver por ser de tal o cual manera. De ese otro, ese
vosotros, que llenan todas las vidas, pues triste vida la de quien vive sólo
una vida en clave de yo.
Pienso durante un breve momento en los nombres más
cercanos de mi vida, y, si tengo ocasión, dedico un rato a tratar de
imaginar/descifrar sus cansancios, sus miedos, sus ilusiones, sus alegrías, sus
esperanzas...
Y durante esta semana trataré de pensar en ellos, y rezar
por ellos.
PORQUE SÍ – “Sanen enfermos, resuciten muertos, limpien leprosos,
expulsen demonios. Gratis lo recibisteis, dadlo gratis.” (Mt 10, 8)
Solemos hablar en cristiano de gratuidad en las
relaciones. ¿Es posible? ¿Es posible un servicio desinteresado, un amor que no
espera nada a cambio, una vida en segunda persona? Hay quien dice que no, que
si sirvo es para sentirme mejor (al final también por mí), que si amo es porque
me llena (yo de nuevo), y que si defiendo alguna reivindicación, aunque no
tenga nada que ver conmigo, es por que me encanta ser un quijote (finalmente,
yo). Eso es una visión demasiado cínica de la vida.
Hay que creer en la
generosidad en un mundo escéptico; en la alteridad, la apertura al otro, en un
mundo egocéntrico; en la gratuidad en un mundo que a todo pone precio; y lo
creemos porque nuestro horizonte último habla de dar la vida, y eso es lo que
encontramos en Dios, y vislumbramos en tantas entregas gratuitas: los padres,
una persona capaz de sacrificarse por otra, soñar en un mundo donde cada
persona tenga su dignidad garantizada.
Le pido a Dios capacidad para creer que es posible hacer
las cosas porque sí, sin esperar nada a cambio, porque creo que es necesaria
una lógica distinta.
Pastoral Sj.