MARÍA, MUJER DE ESPERANZA - Tú esperaste, en ese adviento primero inesperado, al niño cargado de promesas. Y esperaste, viéndole crecer, y cuando se echó a los caminos.


María es la mujer del adviento, la señora de la espera, la que fue capaz de afrontar lo incierto desde la fe y la confianza profunda.

CON UN “HÁGASE” – “Respondió María: He aquí la esclava del Señor. Que se cumpla en mí según tu palabra.” (Lc 1,38)
Te fiaste. Sin sucumbir al temor, a las prevenciones, a lo sorprendente. Te fiaste de Dios, aunque hacerlo te pusiera en situaciones complicadas.
Dijiste «sí», poniendo tu vida en sus manos, sin hacer caso a las habladurías, a las posibles incomprensiones. Y esa palabra valiente se convierte, también hoy, para mí, en llamada. 
A tener valentía a la hora de vivir la fe. A tener coraje para tomar en serio el evangelio. A tener audacia para buscar formas de hacerlo real en este mundo, hoy, aquí y ahora.
¿Qué «Hágase» es necesario hoy en mi vida?

SIN RENDIRTE – “Proclama mi alma la grandeza del Señor, y se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador.” Lc 1,46.47
Que esto es la esperanza. Esa disposición para seguir luchando cuando todo parece cuesta abajo. Cuando nubarrones amenazan tormenta. Cuando uno no entiende, o no cree, o no sabe por dónde seguir.
Tú esperaste, en ese adviento primero inesperado, al niño cargado de promesas. Y esperaste, viéndole crecer, a ver qué sería de su vida. Le esperaste cuando se echó a los caminos. A veces ibas detrás, y te fuiste haciendo discípula, también tú. Esperaste, atravesada por el dolor, al pie de la cruz. 
Y luego, con los que se encerraban, temerosos, también allí estuviste, siendo para ellos madre y amiga. Y con ellos confiaste. Hasta que se hizo la Luz. Y por eso me invitas, también a mí, a fiarme, y a esperar, activamente. A Dios, en este mundo, y su reino, que juntos habremos de ir construyendo, entre muchos.
¿Qué espero hoy de Dios? ¿Y de la vida? ¿Y de mí mismo?