Felices quienes preguntan dónde, cuándo, en dónde: ellos
y ellas encontrarán al final la respuesta que anhelan.
Felices quienes buscando dónde está Dios, encuentran a
una mujer maltratada, un enfermo, un marginado…
Felices quienes se lanzan a pregonar que han visto una
luz, una esperanza, alguien que ha resucitado a una vida nueva.
Felices quienes corren a los sepulcros del mundo, quienes
encuentran las vendas caídas, quienes dudan pero siguen confiando.
Felices quienes entienden las reivindicaciones de las
mujeres, quienes saben que tienen que cambiar los esquemas mentales
patriarcales y machistas.
Felices quienes creen a María, a Pedro, a Juan: cada uno
de ellos/as despiertan y nos abren a una existencia renovada.
Felices quienes sienten el domingo de Resurrección como
un día feliz, único, especial, inicial, para compartir con la comunidad, para
acercarse a los demás.
Felices quienes se asombran, quienes descubren que con la
resurrección de Jesús ha llegado el día, su día único y definitivo.
¡¡¡ FELICES PASCUAS PALESTRISTAS !!!
María se encuentra con el Resucitado cuando se siente
llamada personalmente por él. Es así. Jesús se nos muestra lleno de vida,
cuando nos sentimos llamados por nuestro propio nombre, y escuchamos la
invitación que nos hace a cada uno. Es entonces cuando nuestra fe crece.
No reavivaremos nuestra fe en Cristo resucitado
alimentándola solo desde fuera. No nos encontraremos con él, si no buscamos el
contacto vivo con su persona.
Probablemente, es el amor a Jesús conocido por los
evangelios y buscado personalmente en el fondo de nuestro corazón, el que mejor
puede conducirnos al encuentro con el Resucitado.