- HAGANLO POR TODOS

Antes que comenzara el Mundial de Fútbol 2006, lectores, radioescuchas y televidentes fuimos literalmente bombardeados por una enorme cantidad de avisos publicitarios que intentaron ligar sus productos con este acontecimiento que concentra la atención de tanto público.Hubo y hay, propuestas de lo más variadas; emotivas, directas, informativas, institucionales… pero no es el análisis publicitario el motivo de este artículo.
Quiero detenerme en el mensaje de un spot televisivo en el que el auspiciante muestra situaciones diversas de apasionamiento futbolístico amateur: un partidito de potrero, los vestuarios de un club de barrio, la charla técnica de un aficionado y una serie de jugadas fallidas llevadas a cabo por jóvenes y no tanto, gordos, flacos y desgarbados.
El final es emocionante: muestra la imagen de la selección argentina de fútbol y el texto dice: “somos muchos los que lo intentamos, ustedes que llegaron, háganlo por nosotros”.
Más allá del mensaje que implica hacer notar que el equipo seleccionado representa a los que quisieron dedicarse a este deporte y no pudieron, quiero subrayar una idea que me parece estupenda para incorporar en nuestra vida.Quienes “podemos”, tenemos la responsabilidad de “hacerlo por los que no pueden”.
Si lo traduzco a una expresión más eclesial debo decir que hay que ser “la voz de los que no tienen voz”.Este concepto, en el terreno de la espiritualidad y de la ética cristiana, debería estar presente de una manera mucho más evidente en la vida cotidiana.
Hay quienes tenemos esta responsabilidad pues contamos con los medios como para hacerlo.
Ser voz de los que no tienen voz es levantar las banderas de aquellos que no pueden reclamar, pedir, hacer valer sus derechos. Una buena porción de la humanidad cuenta con alimento adecuado, vivienda digna, posibilidades de educación, atención de la salud y todas las necesidades básicas correctamente cubiertas; paralelamente hay una porción mucho más grande de la humanidad que no cuenta con nada de eso de manera satisfactoria.
Y entre los que contamos con los medios, muchos también, tenemos la inquietud de que otros no sufran; si bien hay cantidad de indiferentes, egoístas e insensibles, el peso de los que queremos la justicia puede ser grande.De esto se trata, entonces: “hagámoslo por los que no pueden”.
Pidamos justicia prestándole la voz a los que están amordazados.
Ofrezcamos posibilidades de educación a los que han sido marginados de la sociedad.
Hagamos algo por la atención sanitaria de toda esa franja de la población que no puede acceder a hospitales, tratamientos terapéuticos, red de agua potable y tantas cosas que hacen a la salud.Si elegimos quedarnos con los brazos cruzados o darnos por contentos si logramos satisfacer sólo nuestras propias necesidades, estaremos bien lejos del mensaje de Jesús y de la construcción del Reino.
No hemos sido “seleccionados” por nuestros méritos, pero gozamos de una buena cantidad de privilegios que no podemos guardarnos (talentos) para nosotros mientras haya algún hermano que carece de lo necesario para vivir dignamente.-
Por Juan Carlos Pisano - jcpisano@fibertel.com.ar - http://www.san-pablo.com.ar/rol