¡Qué pereza me ha dado ponerme a pensar sobre el mundial de fútbol de Alemania! ¡Cuánta resistencia experimento ante un acontecimiento que, de movida, me genera mucho rechazo debido a la parafernalia que lo rodea y al derroche que genera, en medio de un mundo en el que el sufrimiento de los excluidos clama al cielo!
Sin embargo, reconozco que es un acontecimiento de alcance “mundial”; un acontecimiento significativo que movilizará muchas energías y concentrará la atención de una buena parte del mundo durante un mes. ¿Tenemos algo que decir los cristianos frente a esto? ¿Qué pensar y qué actitudes deberíamos tomar?
Tal vez no tengamos nada que decir... o no haya nada que decir... simplemente adherirse a la “fiesta”, distraernos, no pensar... y dejar pasar esos días sin hacernos cuestionamientos que para algunos serían masoquistas...
En el otro extremo estaría la postura de querer exorcizar el acontecimiento, viendo en él solamente una fuente de evasión, alineación, derroche, consumismo, sexo, manipulación, competencia que exacerba los nacionalismos y pone de manifiesto las desigualdades entre los pueblos... O sea: la tentación de demonizar el Mundial (1).
¿Cabe otra lectura, otra postura?Me preguntaba... siempre conviene empezar por ahí... si Jesús iría al Mundial... Desde luego que yo creo que a Él le gusta el fútbol. Al menos al Jesús de los Evangelios, Aquél a quien yo intento seguir, le gusta la vida al aire libre, las largas caminatas, los paseos en barca, subir montañas, pasar algún día de camping con los amigos, participar de fiestas y de banquetes... Y el Padre que Jesús nos revela es el Dios de la alegría, de la fiesta, de la danza... (que es un tipo de ejercicio muy completo).
San Pablo no dudaba, tampoco, en utilizar la analogía del deporte, de la competencia en el estadio, para expresar en qué consiste la vida cristiana: una carrera que apunta a una meta... y en la que se aspira, incluso, a recibir un premio (alguna “medalla”). O sea: no hay duda de que no hay nada de malo en el deporte que sirve como hermosa analogía de lo que es la vida humana y cristiana.
Digámoslo de una vez: Jesús, el Dios con nosotros, estará allí. Porque Dios está donde hay deseos de superación, gestos de buena voluntad, lealtad, belleza (que no es exactamente lo mismo que “glamour”), amor, compañerismo, solidaridad, encuentro humano, intercambio, alegría, fiesta, hospitalidad, honestidad y juego limpio (“fair play”); Dios está allí donde se generan nuevos vínculos, relaciones sanas, conocimiento mutuo... Y no cabe duda que habrá mucho de esto en Alemania.
Pero también hay que decir, en honor a la verdad, que también en Alemania habrá “anti-Reino”. Habrá drogas, habrá competencia desleal, corrupción, prostitución, alcoholismo, violencia, abuso, consumismo y derroche escandaloso en relación con los que no tienen nada, manipulación del deporte con fines mercantilistas, superficialidad, “glamour” (que no es exactamente lo mismo que “belleza”),... Nos guste o no nos guste... también habrá mucho de ello en Alemania.
¿Cómo aprovechar la ocasión para evangelizar?Porque finalmente, para nosotros, se trata de eso. De anunciar a Jesús “a tiempo y a destiempo”, de llevar la Buena Nueva de la salvación, allí donde la gente está. De aprovechar todas las ocasiones. Claro, no creo que nos veamos en Alemania para poder hacerlo... Estaría bueno, ¿no?
Pero mucha gente, sobre todo de los países que participan directamente, y también del resto del mundo, “estará ahí”.
Pues yo creo que “otra vivencia del Mundial sería posible” si:
-No nos escondiéramos cada uno detrás de su propia bandera y aprovecháramos la ocasión para conocer más y mejor otros países... Si nos preocupáramos de tomar alguna lección de “geografía humana”, de conocer más la cultura, costumbres, necesidades,... de diferentes países (de los que participan y de los que no participan). Si el desafío de la “globalización alternativa y solidaria” recibiera un empujón gracias a este acontecimiento deportivo.
-Si aprovecháramos la ocasión para hacer una lectura crítica y profunda, que sepa descubrir qué es lo que hay más allá de lo que se nos quiere mostrar. Ejemplos:
No todo es fiesta... para llegar donde llegaron, los atletas necesitaron “sacrificio”, esfuerzo, rutina, postergar gratificaciones...
Es muy revelador mirar cuántos de los países más pobres del mundo participan... ¿Cómo es el mapamundi del Mundial?
De más está decir que recoger estadísticas de gastos, de consumo de cerveza (por ejemplo), de gastos en publicidad, televisión, premios, infraestructura... y relacionarlo con el presupuesto de los países pobres,... nos enfrentaría con una contradicción escandalosa. ¿Cuántos niños morirán de hambre en el mundo durante el mes que dure el Mundial?
¿Nos mostrará la TV también el “cuarto mundo” de esos países? Ese “cuarto mundo” que explotó en Francia hace poco tiempo. ¿Veremos a los pobres de los países ricos que se encargan del “trabajo sucio” que no quieren hacer los dueños de casa, a pesar de todas las discriminaciones a las que son sometidos?
Continuar esta lista queda como ejercicio práctico para el/la lector(a)...
-También sería una excelente ocasión para revalorar (bastantes de nosotros) el deporte, sobre todo el deporte realizado en conjunto, en equipo. Y también el cuidado del cuerpo. Y la vida al aire libre. Y la maravilla que es la creación, y poder contemplarla y disfrutarla,... Para muchos puede ser la ocasión de aprender a descansar. El deporte se ha convertido en un “trabajo”, en un “negocio” y los cuerpos de los atletas en máquinas, que muchas veces se usan y se tiran. ¿Nos servirá para redescubrir el valor de una vida más equilibrada, en la que recuperemos el gusto por hacer ejercicio y nos reencontremos con nuestro cuerpo (es decir, con nosotros)?
¿Y por quién hincha Dios?
Evangelizar el Mundial, como hemos visto, no es pintar el rostro de Jesús en cada pelota de fútbol. Es tratar de que sea un acontecimiento “verdaderamente humano”, porque todo lo verdaderamente humano es verdaderamente divino. Es denunciar todo aquello que sea deshumanizador, tanto en el acontecimiento deportivo como en nuestras actitudes y formas de vivirlo.
Sin duda Dios pasará un buen rato en Alemania y en nuestra compañía frente al televisor, si sabemos disfrutarlo sanamente, con alegría y en familia o con amigos.
A Él nunca le gusta perder, ni una moneda ni una oveja... Tampoco al fútbol. Pero, ¿de quién es hincha? No tengo dudas que Él prefiere “que gane el más mejor”.
Sin embargo, reconozco que es un acontecimiento de alcance “mundial”; un acontecimiento significativo que movilizará muchas energías y concentrará la atención de una buena parte del mundo durante un mes. ¿Tenemos algo que decir los cristianos frente a esto? ¿Qué pensar y qué actitudes deberíamos tomar?
Tal vez no tengamos nada que decir... o no haya nada que decir... simplemente adherirse a la “fiesta”, distraernos, no pensar... y dejar pasar esos días sin hacernos cuestionamientos que para algunos serían masoquistas...
En el otro extremo estaría la postura de querer exorcizar el acontecimiento, viendo en él solamente una fuente de evasión, alineación, derroche, consumismo, sexo, manipulación, competencia que exacerba los nacionalismos y pone de manifiesto las desigualdades entre los pueblos... O sea: la tentación de demonizar el Mundial (1).
¿Cabe otra lectura, otra postura?Me preguntaba... siempre conviene empezar por ahí... si Jesús iría al Mundial... Desde luego que yo creo que a Él le gusta el fútbol. Al menos al Jesús de los Evangelios, Aquél a quien yo intento seguir, le gusta la vida al aire libre, las largas caminatas, los paseos en barca, subir montañas, pasar algún día de camping con los amigos, participar de fiestas y de banquetes... Y el Padre que Jesús nos revela es el Dios de la alegría, de la fiesta, de la danza... (que es un tipo de ejercicio muy completo).
San Pablo no dudaba, tampoco, en utilizar la analogía del deporte, de la competencia en el estadio, para expresar en qué consiste la vida cristiana: una carrera que apunta a una meta... y en la que se aspira, incluso, a recibir un premio (alguna “medalla”). O sea: no hay duda de que no hay nada de malo en el deporte que sirve como hermosa analogía de lo que es la vida humana y cristiana.
Digámoslo de una vez: Jesús, el Dios con nosotros, estará allí. Porque Dios está donde hay deseos de superación, gestos de buena voluntad, lealtad, belleza (que no es exactamente lo mismo que “glamour”), amor, compañerismo, solidaridad, encuentro humano, intercambio, alegría, fiesta, hospitalidad, honestidad y juego limpio (“fair play”); Dios está allí donde se generan nuevos vínculos, relaciones sanas, conocimiento mutuo... Y no cabe duda que habrá mucho de esto en Alemania.
Pero también hay que decir, en honor a la verdad, que también en Alemania habrá “anti-Reino”. Habrá drogas, habrá competencia desleal, corrupción, prostitución, alcoholismo, violencia, abuso, consumismo y derroche escandaloso en relación con los que no tienen nada, manipulación del deporte con fines mercantilistas, superficialidad, “glamour” (que no es exactamente lo mismo que “belleza”),... Nos guste o no nos guste... también habrá mucho de ello en Alemania.
¿Cómo aprovechar la ocasión para evangelizar?Porque finalmente, para nosotros, se trata de eso. De anunciar a Jesús “a tiempo y a destiempo”, de llevar la Buena Nueva de la salvación, allí donde la gente está. De aprovechar todas las ocasiones. Claro, no creo que nos veamos en Alemania para poder hacerlo... Estaría bueno, ¿no?
Pero mucha gente, sobre todo de los países que participan directamente, y también del resto del mundo, “estará ahí”.
Pues yo creo que “otra vivencia del Mundial sería posible” si:
-No nos escondiéramos cada uno detrás de su propia bandera y aprovecháramos la ocasión para conocer más y mejor otros países... Si nos preocupáramos de tomar alguna lección de “geografía humana”, de conocer más la cultura, costumbres, necesidades,... de diferentes países (de los que participan y de los que no participan). Si el desafío de la “globalización alternativa y solidaria” recibiera un empujón gracias a este acontecimiento deportivo.
-Si aprovecháramos la ocasión para hacer una lectura crítica y profunda, que sepa descubrir qué es lo que hay más allá de lo que se nos quiere mostrar. Ejemplos:
No todo es fiesta... para llegar donde llegaron, los atletas necesitaron “sacrificio”, esfuerzo, rutina, postergar gratificaciones...
Es muy revelador mirar cuántos de los países más pobres del mundo participan... ¿Cómo es el mapamundi del Mundial?
De más está decir que recoger estadísticas de gastos, de consumo de cerveza (por ejemplo), de gastos en publicidad, televisión, premios, infraestructura... y relacionarlo con el presupuesto de los países pobres,... nos enfrentaría con una contradicción escandalosa. ¿Cuántos niños morirán de hambre en el mundo durante el mes que dure el Mundial?
¿Nos mostrará la TV también el “cuarto mundo” de esos países? Ese “cuarto mundo” que explotó en Francia hace poco tiempo. ¿Veremos a los pobres de los países ricos que se encargan del “trabajo sucio” que no quieren hacer los dueños de casa, a pesar de todas las discriminaciones a las que son sometidos?
Continuar esta lista queda como ejercicio práctico para el/la lector(a)...
-También sería una excelente ocasión para revalorar (bastantes de nosotros) el deporte, sobre todo el deporte realizado en conjunto, en equipo. Y también el cuidado del cuerpo. Y la vida al aire libre. Y la maravilla que es la creación, y poder contemplarla y disfrutarla,... Para muchos puede ser la ocasión de aprender a descansar. El deporte se ha convertido en un “trabajo”, en un “negocio” y los cuerpos de los atletas en máquinas, que muchas veces se usan y se tiran. ¿Nos servirá para redescubrir el valor de una vida más equilibrada, en la que recuperemos el gusto por hacer ejercicio y nos reencontremos con nuestro cuerpo (es decir, con nosotros)?
¿Y por quién hincha Dios?
Evangelizar el Mundial, como hemos visto, no es pintar el rostro de Jesús en cada pelota de fútbol. Es tratar de que sea un acontecimiento “verdaderamente humano”, porque todo lo verdaderamente humano es verdaderamente divino. Es denunciar todo aquello que sea deshumanizador, tanto en el acontecimiento deportivo como en nuestras actitudes y formas de vivirlo.
Sin duda Dios pasará un buen rato en Alemania y en nuestra compañía frente al televisor, si sabemos disfrutarlo sanamente, con alegría y en familia o con amigos.
A Él nunca le gusta perder, ni una moneda ni una oveja... Tampoco al fútbol. Pero, ¿de quién es hincha? No tengo dudas que Él prefiere “que gane el más mejor”.
Por Luis A. Casalá, SM - casalasm01@hotmail.com
Artículo publicado en: http://www.san-pablo.com.ar/rol/index.php
(1) Los argentinos que tenemos en torno a los cincuenta años debemos superar una dificultad (alergia) especial. Muchos de nosotros recordamos cómo manipuló el Gobierno del “Proceso Militar” argentino el Mundial del 78, tratando de convencernos de que los argentinos somos “derechos y humanos”.
Artículo publicado en: http://www.san-pablo.com.ar/rol/index.php
(1) Los argentinos que tenemos en torno a los cincuenta años debemos superar una dificultad (alergia) especial. Muchos de nosotros recordamos cómo manipuló el Gobierno del “Proceso Militar” argentino el Mundial del 78, tratando de convencernos de que los argentinos somos “derechos y humanos”.