Entre las oraciones, cantos, actividades varias; charla, trabajo en grupos, almuerzo, hora festiva y recomendaciones finales, toda la convivencia se encarriló en un marco de expectativas y de alegría por compartir lo que ellos manifestaron a lo largo de este cursillo, sus ganas de tener un encuentro personal con Jesús y conocerlo mejor.
Por eso, nosotros, que ya pasamos por esos momentos y esas experiencias interiores que nos movilizan, tenemos que tener la delicadeza espiritual y comunitaria de seguir acompañándolos en la oración, los sacramentos y la palanca.
Y recordamos la “vieja” oración del Iniciado, que surgió en el VII Congreso Nacional de Palestra, por un octubre de 1977:
Padre:
Te damos gracias por invitarnos a Palestra
para conocernos y conocerte.
Queremos ofrecerte nuestras esperanzas,
nuestras inquietudes y este tiempo de búsqueda.
Y pedirte las bendiciones que necesitamos
para responder con fidelidad a tu llamado.
Danos el don de la libertad
para encontrar el camino mejor.
Enséñanos a amar más
para descubrir el valor de la vida en comunidad.
Anímanos a salir a tu encuentro
y al encuentro de los hermanos.
Y haz que vivamos la Pascua de Cristo, tu hijo,
para que, a ejemplo de San Pablo,
luchemos por ser hombres nuevos.
Para que encontremos la alegría del espíritu
que hemos recibido en el Bautismo
y compartamos la fe de los que proclamamos que;
JESUCRISTO ES EL SEÑOR PARA GLORIA DE DIOS PADRE.
Amén.