- FIESTA PALESTRISTA - 22 OCTUBRE

Nos dimos el gusto de realizar la juntada de todos los Palestristas en lo que se llamó; “Hamburgueseada Familiar”, un lugar par que todos pasemos un hermoso día de espiritualidad, juegos, canciones, representaciones, premios, risas, anécdotas, recuerdos, de todo. Hermanos que hace tiempo no se veían, algunos padres y amigos que por primera vez participaban de este tipo de actividad de Palestra.
Desde temprano, se noto el clima de alegría y trabajo, con los miembros de la Comisión de Retaguardia, coordi-nadores y los chicos que viajarán al EnNaDi.
Comenzamos con la Eucaristía. Una alegría enorme fue la presencia para muchos de los “viejitos”, la presencia del Padre Dante Eduardo Simón, que durante muchos años fue nuestro Director Espiritual y un lider en la Comunidad Palestrista en Tucumán, quien junto al Padre Benigno, concelebraron la Misa.
Durante la Homila el padre Benigno empezó dando gracias, una vez más, a Dios por los 35 años de Palestra en Tucumán, sus palabras nos llevaron por la memoria de muchos momentos vividos y por el recuerdo cariñoso y justo de muchos hermanos que estuvieron entre nosotros; el Padre José Carrone, el Padre Lalo Amate Perez, el Gordo Romero, Silvia Muela, el Pato Abella, y nosotros nos acordamos de tantos otros de Noni Vilas, Roberto Sobrecasas (Padre), Pedro Mario Toscano, Rulo Ferullo, Luis Villalobo, Vivi Décima, Nene Aranzabe... tantos hermanos, pilares del Movimiento y de otros que tomaron otros caminos en la vida de Iglesia.
Nos recordó el Padre Benigno sobre lo que Jesús quiere, de acuerdo a la lectura del día (Marcos 10,35-45), que nos “metamos en la cripta de nuestro corazón y nos preguntemos sobre nuestra responsabilidad de palestristas”. Sobre el lugar que nos corresponde, la tarea de ser servidores y no querer ocupar lugares de predilección ante Dios y los hombres, solo honores que pasan...
Hablo sobre el servicio, citando a Tagore, un poeta hindú, que decía; “Dormía y soñaba que la vida era alegría. Me desperté y vi que la vida era servicio. Serví y vi que el servicio era alegría.”
Cito también al Beatro Padre Charles de Foucauld, quien fue un testigo privilegiado de la experiencia de Dios en medio del mundo. Su presencia en la ermita del desierto Argelino con los nómadas más aislados, a los que hospedaba estableciendo relaciones de amistad.
Once años convivirá con ellos, haciéndose uno de tantos, aprendiendo su lengua, sus costumbres, con ánimo evangelizador, realizando gestos de bondad. Vida de oración, de trabajo, realizando una tarea lingüística inmen-sa; preocupación por el progreso espiritual y material de las personas con las que vivía; luchando contra toda injusticia; y lanzando un movimiento misionero universal hacia los más pobres y alejados de la Iglesia. Servicio.

Es lo que se nos pide hoy, oración, trabajo, aprender los “idiomas” de las personas que buscan a Dios de miles de formas. Búsqueda.
Hoy nos tenemos que preocupar como cristianos, como ciudadanos, como hombres y mujeres concretos que viven en distintos ambientes y debemos compartir con hermanos “nomades” que viven un “desierto” sin conocer la dignidad, la justicia, la vida comunitaria, con sus familias destruidas y el panorama futuro muy oscuro. Evangelización. Llegar a todos. Servir a todos.
Para eso estamos en Palestra; para prepararnos a servir, para atraer a otros a que conozcan a Jesús.

Al finalizar la Misa, fue presentado el Padre Dante y nos dirigió algunas palabras: Comenzó diciendo que en su etapa de sacerdote en Palestra vivió momentos muy felices y gratos, que cada experiencia y vivencia, sobre todo en los PM, fueron momentos de aprendizaje y de maduración como sacerdote.
Los que compartimos esos años, sabemos de su carisma, de su valor para acompañarnos en momentos difíciles y su palabra oportuna y sincera. Como salesiano nos inculcó el respeto y la vivencia de la Eucaristía, María y la vivencia comunitaria, donde el ponía mucho énfasis.
Luego nos compartío la historia de un hombre rico, acostumbrado a tener personas a su alrededor para que le sirvieran y lo atendieran prestos a su orden. Buscaba a una mujer que era muy sabia, para conocer si se ganaría el cielo. Al llegar a ella en una tormenta que lo dejo mojado y lleno de barro, la mandó a que lo limpiara y se-cara. Esta mujer, se dio vuelta y le dijo que si quería ganar el cielo debía servir a los demás y no ser servido. El entendió el mensaje.
Fue una grata sorpresa su presencia, la cual agradecemos mucho.
Luego, siguió la alegría y la fiesta de la Familia de Palestra
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