- VAMOS A EVANGELIZAR - Programar Actividades

Para hablar sobre este tema, tomamos la experiencia Mariana que tuvimos en el EnNaDi, en ese Encuentro reflexionabamos sobre una actualización de la advocación de la Virgen de la Merced, redentora de cautivos:
“Hay tantos hermanos encarcelados; en sus adicciones, en su pobreza, miseria, falta de oportunidades, falta de espacios para dignificarse. Hermanos encarcelados en sus graneros llenos, en su opulencia, en sus “conocimientos” y “sabidurias”, en su soberbia, egoísmos. Encarcelados en los criterios del hermano mayor y del maestro de la ley.
Hermanos que están presos de la soledad, la enfermedad, la vejez, adolescentes, jóvenes y adultos desorientados, familias encarceladas en el mutismo, la ruptura y la rutina.
Tantas cárceles, para que Jesús y su Madre, redentora de cautivos nos manden a ofrecer nuestras personas, nuestros talentos, nuestras Comunidades, nuestro Movimiento por esos hermanos que necesitan liberarse.”
Y otro elemento a tener en cuenta es lo que nos dice San Pablo: ““Mire cada cuál como construye; pues nadie puede poner otro cimiento que el ya puesto, Jesucristo.” (I Cor. 3, 10-11)


Al comenzar el año nos disponemos a planificar, sin embargo, no deberíamos olvidarnos de un paso anterior.
Antes de tomar las decisiones, antes de seleccionar contenidos, estrategias, trabajos, hay que tomarse un tiempo para plantearse los objetivos y, especialmente, buscar los fundamentos de nuestras futuras acciones.
Dbemos dedicar un tiempo a repensar, a reflexionar, a pasar por el corazón, lo que nos debería movilizar a lo largo del año, la meta que queremos alcanzar y los pasos a seguir, para que luego, en el caminar de los meses, no nos olvidemos cuáles son nuestros verdaderos fines y no nos dejemos llevar por las urgencias cotidianas.

La propuesta es releer los dos primeros capítulos de Marcos y detenernos en lo que hace y dice Jesús. Nosotros, queremos anunciar la Buena Noticia. Comienza con una invitación concreta a la conversión, a cambiar las actitudes que no favorecen nuestra tarea de evangelizadores.
¿Qué debo convertir?, es la pregunta que cada uno debe hacerse: Criterios?... miedos... esquemas rigidos?... prejuicios?... estancamientos...? acostumbramientos?...

Luego, Jesús se hizo bautizar y desde el cielo se escuchó una voz: «Este es mi hijo muy amado en quien tengo puesta toda mi confianza». Lo mismo dice Dios de cada uno de nosotros, somos sus hijos y confía en nosotros. Aceptar a Dios como Padre y aceptar la confianza que El tiene en nosotros es el siguiente paso.
Eso se demuestra generando confianza con los que trabajan con nosotros, a los que pareciera que trabajan contra nosotros, a nuestros hermanos de Comunidad, a los hermanos de nuestros apostolados secundarios, a nuestros familiares; padres, hermanos, hijos...

Inmediatamente, Jesús va al desierto y debe superar las tentaciones; la peor de todas, la tentación del poder. Algo que vamos a encontrar a diario en nuestra tarea. ¿Las cosas se hacen como yo quiero o como nosotros decidimos?
Ejercer el poder no es fácil, porque el verdadero poder implica servicio. Jesús lo entendió así y dio su vida por esto. Pensemos cómo nos vinculamos con el otro y como ejercemos el poder que nuestra tarea de dirigentes necesita.
Jesús, al comienzo de su predicación, llamó a los discípulos.
Los eligió entre el pueblo y entre pecadores. Formó comunidad con ellos. Nosotros, a veces, despreciamos algún compañero de tarea o damos por perdido a un hermano antes de darle una oportunidad.
Jesús no andaba solo, caminaba con otros.

Luego, el Evangelio de Marcos narra varias curaciones. Jesús estaba atento a las necesidades de los demás. Al enfermo lo curaba, al ciego le daba la vista, al sordo el oído, al pecador lo perdonaba.
¿Conocemos las necesidades de los que nos rodean? Jesús vino para los pecadores. Tenemos que prepararnos para atender las dificultades que se nos pueden presentar a lo largo del año.
Quizás, la primera conversión que deberíamos hacer es dejar de lado los prejuicios, no juzgar al otro por lo que parece y fundamentalmente, tener confianza en que el mensaje que llevamos es el mejor.
Siempre, algo de lo que decimos y hacemos, queda grabado en el corazón de aquellos que nos escuchan y ven.
La palabra de Dios, anunciada con el testimonio de vida, hace que el otro se interrogue.

Recordemos: conversión, hijos de Dios, servicio, comunidad, necesidades, son algunas de las palabras que deberíamos tener presentes a lo largo del año para poner la vista en el anuncio de la Buena Noticia.
Sobre un texto de María Inés Casalá.