¿Qué comunicación y diálogo propicia la televisión de nuestro país como medio masivo de comunicación, cuando es utilizada por tres o cuatro productoras televisivas (Cuatro Cabezas, Ideas del Sur, PPT Producciones, entre otras) que se burlan, acusan y contestan a través de sus programas? ¿Dónde quedamos los espectadores? ¿Hay diálogo en esa actitud cercana a las maneras de los "barras bravas" del fútbol -en el sentido de ver quién tiene más "aguante", quién va o vuelve primero del corte para lograr un poco más de rating?
La televisión argentina sigue la lógica comercial como forma de financiación, y por ende, el objetivo de los programas, productoras y canales no es el de conseguir un producto de calidad, sino el de alcanzar el máximo rating, que para ellos significa el máximo beneficio.
Entonces, la televisión comercial ya no se puede pensar como un medio de "comunicación" sino como un medio de "venta" (de productos, de valores, etc.), y su producción no apunta al público, sino a los anunciantes que financian el medio.
Esto acarrea una infinidad de procedimientos por parte de los dueños de los canales y empresas productoras de televisión, como ser: alteración de los horarios programados, suspensión de programas, cortes abruptos y estiramientos interminables de los shows televisivos, repetición hasta el hartazgo de escenas, presencia de actores (en tanto protagonistas de escándalos, no de ficción) en programas de distintos horarios y canales.
Por supuesto que hay canales y programas que proponen una oferta educativa y cultural, pero no constituyen los productos con más público y, por lo tanto, tampoco son los que se llevan las grandes tajadas de la torta publicitaria.
Los programas exitosos en rating y en inversiones publicitarias se encuentran en el prime time televisivo, y distan considerablemente de realizar una presentación de temáticas culturales, educativas o de ofrecer un espacio de diálogo en el cual se expongan y debatan ideas.
Al contrario, la temática que abunda por estos días consiste en ofrecer sólo entretenimiento: sexo, escándalo, polémica, delincuencia y noticias truculentas como diversión, y la exageración y espectacularización de miserias humanas en noticieros y juegos de competencias.
¿Cómo acceder a espacios de comunicación y diálogo en el medio televisivo cuando la lógica comercial es la que domina la financiación de los canales, pero más importante aún, cuando hay otra lógica que se vincula al universo social, que se impone en las acciones, pensamiento y discurso de los que componen la televisión, que también se encuentra en el público: el individualismo?
Por lo expuesto hasta aquí, un camino fácil para deslindar responsabilidades, es el de proponer que la televisión como medio masivo de comunicación y sus productos son elaborados por individuos que poseen valores, ideas y sentimientos diferentes a los nuestros. Pero, como se sugirió en una nota anterior, los productos televisivos integran el terreno cultural en el que todos nos movemos, por lo cual cabe concluir que están construidos con significaciones culturales y sociales que corresponden a nuestra comunidad.
De todas maneras, el problema es de una complejidad mayor, no se puede desligar el contenido de los medios masivos de su forma de financiamiento, pero tampoco se deben obviar las siguientes cuestiones relacionadas con el sistema de medios: la regulación en materia de comunicaciones, es decir, la responsabilidad que le toca al Estado en la reglamentación del sector de los medios de comunicación, y el tipo de modelo (público, privado, mixto) del sistema de medios que se elija para el país.
Veronica Franco - UBA - Fuente: Revista On Line San Pablo
La televisión argentina sigue la lógica comercial como forma de financiación, y por ende, el objetivo de los programas, productoras y canales no es el de conseguir un producto de calidad, sino el de alcanzar el máximo rating, que para ellos significa el máximo beneficio.
Entonces, la televisión comercial ya no se puede pensar como un medio de "comunicación" sino como un medio de "venta" (de productos, de valores, etc.), y su producción no apunta al público, sino a los anunciantes que financian el medio.
Esto acarrea una infinidad de procedimientos por parte de los dueños de los canales y empresas productoras de televisión, como ser: alteración de los horarios programados, suspensión de programas, cortes abruptos y estiramientos interminables de los shows televisivos, repetición hasta el hartazgo de escenas, presencia de actores (en tanto protagonistas de escándalos, no de ficción) en programas de distintos horarios y canales.
Por supuesto que hay canales y programas que proponen una oferta educativa y cultural, pero no constituyen los productos con más público y, por lo tanto, tampoco son los que se llevan las grandes tajadas de la torta publicitaria.
Los programas exitosos en rating y en inversiones publicitarias se encuentran en el prime time televisivo, y distan considerablemente de realizar una presentación de temáticas culturales, educativas o de ofrecer un espacio de diálogo en el cual se expongan y debatan ideas.
Al contrario, la temática que abunda por estos días consiste en ofrecer sólo entretenimiento: sexo, escándalo, polémica, delincuencia y noticias truculentas como diversión, y la exageración y espectacularización de miserias humanas en noticieros y juegos de competencias.
¿Cómo acceder a espacios de comunicación y diálogo en el medio televisivo cuando la lógica comercial es la que domina la financiación de los canales, pero más importante aún, cuando hay otra lógica que se vincula al universo social, que se impone en las acciones, pensamiento y discurso de los que componen la televisión, que también se encuentra en el público: el individualismo?
Por lo expuesto hasta aquí, un camino fácil para deslindar responsabilidades, es el de proponer que la televisión como medio masivo de comunicación y sus productos son elaborados por individuos que poseen valores, ideas y sentimientos diferentes a los nuestros.
De todas maneras, el problema es de una complejidad mayor, no se puede desligar el contenido de los medios masivos de su forma de financiamiento, pero tampoco se deben obviar las siguientes cuestiones relacionadas con el sistema de medios: la regulación en materia de comunicaciones, es decir, la responsabilidad que le toca al Estado en la reglamentación del sector de los medios de comunicación, y el tipo de modelo (público, privado, mixto) del sistema de medios que se elija para el país.
Veronica Franco - UBA - Fuente: Revista On Line San Pablo