Jesús conoció en Galilea una grave crisis socio-económica. Mientras en Séforis y Tiberíades crecía la riqueza, en las aldeas aumentaba el hambre y la miseria. Los campesinos se quedaban sin tierras y los terratenientes construían silos y graneros cada vez más grandes y hermosos.
¿Qué pensaba Jesús de aquella situación? Como siempre, habló con toda claridad en una pequeña parábola: “Un rico terrateniente se vio sorprendido por una cosecha que superaba todas sus expectativas. Ante el inesperado problema, sólo se pregunta una cosa: ¿Qué haré?..."
Eso se preguntan también los campesinos pobres que escuchan a Jesús: ¿Qué hará?, ¿se acordará de los que viven de hambre?
Pronto toma una decisión de hombre poderoso: no construirá un granero más. Los destruirá todos y construirá otros nuevos y más grandes. Sólo él disfrutará de aquella inesperada cosecha: "túmbate, come, bebe y date buena vida". Es lo más inteligente.
Los pobres no piensan así. Este hombre es cruel e inhumano: ¿no sabe que, acaparando para sí toda la cosecha, está privando a otros de lo que necesitan para vivir?
De forma inesperada interviene Dios. Aquel rico morirá esa noche sin disfrutar de sus bienes. Por eso, Dios lo llama "necio" y hace una pregunta: «lo que ha acumulado, ¿de quién será?".
Los pobres no tienen duda alguna: esas cosechas con qué Dios bendice los campos de Israel, ¿no han de ser antes que nadie de los más pobres?
La parábola desenmascara la realidad de Galilea. El rico no es un monstruo; hace lo habitual. Los poderosos sólo piensan en su bienestar. Siempre es así. Los ricos van acaparando cada vez más bienes y los pobres se van hundiendo cada vez más en la miseria. Son "imbéciles": destruyen la vida de los pobres y no pueden asegurar la suya.
Ésta es la verdad que el Primer Mundo no puede ya ocultar ni disimular: nos creemos sociedades inteligentes, democráticas y progresistas y sólo somos unos "insensatos" crueles e inhumanos, que viven de la miseria de millones de seres humanos, de la que, en buena parte, somos responsables por nuestra injusticia, indiferencia o prepotencia.
José A. Pagola - Lucas 12, 13 - 21
¿Qué pensaba Jesús de aquella situación? Como siempre, habló con toda claridad en una pequeña parábola: “Un rico terrateniente se vio sorprendido por una cosecha que superaba todas sus expectativas. Ante el inesperado problema, sólo se pregunta una cosa: ¿Qué haré?..."
Eso se preguntan también los campesinos pobres que escuchan a Jesús: ¿Qué hará?, ¿se acordará de los que viven de hambre?
Pronto toma una decisión de hombre poderoso: no construirá un granero más. Los destruirá todos y construirá otros nuevos y más grandes. Sólo él disfrutará de aquella inesperada cosecha: "túmbate, come, bebe y date buena vida". Es lo más inteligente.
Los pobres no piensan así. Este hombre es cruel e inhumano: ¿no sabe que, acaparando para sí toda la cosecha, está privando a otros de lo que necesitan para vivir?
De forma inesperada interviene Dios. Aquel rico morirá esa noche sin disfrutar de sus bienes. Por eso, Dios lo llama "necio" y hace una pregunta: «lo que ha acumulado, ¿de quién será?".
Los pobres no tienen duda alguna: esas cosechas con qué Dios bendice los campos de Israel, ¿no han de ser antes que nadie de los más pobres?
La parábola desenmascara la realidad de Galilea. El rico no es un monstruo; hace lo habitual. Los poderosos sólo piensan en su bienestar. Siempre es así. Los ricos van acaparando cada vez más bienes y los pobres se van hundiendo cada vez más en la miseria. Son "imbéciles": destruyen la vida de los pobres y no pueden asegurar la suya.
Ésta es la verdad que el Primer Mundo no puede ya ocultar ni disimular: nos creemos sociedades inteligentes, democráticas y progresistas y sólo somos unos "insensatos" crueles e inhumanos, que viven de la miseria de millones de seres humanos, de la que, en buena parte, somos responsables por nuestra injusticia, indiferencia o prepotencia.
José A. Pagola - Lucas 12, 13 - 21