Con la muerte por desnutrición de Rosa Molina, del Pueblo toba de la provincia de Chaco, suman 15 las víctimas fatales por la misma causa en los últimos meses, lo que originó un reclamo de dirigentes de esas comunidades.
Rosa Molina, de 56 años, pesaba al morir 24 kilos y su imagen dio la vuelta al país y al mundo en los últimos días, pero el drama indígena de la miseria, el hambre y las enfermedades viene desde hace mucho tiempo. Buenos Aires continúa en el siglo XXI de espaldas al país real.
“Los hijos del viento, del fuego, de la tierra están muriendo sin hablar, sin voz, porque las hambres cortan las voces” dijo Ramón de la etnia Toba o Qom, quien pidió a continuación que “ya se despierten los que por comodidad o indiferencia también nos matan”.
Investigadores de la Universidad de Rosario resumen la tragedia indígena en Argentina: “Hace años los vemos morir día a día, pero en los 90 la tragedia aumentó con el avance de compañías que se apoderan del territorio y cercan a pueblos enteros.
Se apoderan del pasado y del futuro de los pueblos que agonizan, porque en realidad nunca ha habido una política indigenista en Argentina.
El genocidio del general Julio Argentino Roca en el sur del país, a finales del siglo XIX, sigue considerándose una epopeya heroica. La campaña (o conquista) del desierto, le llamaron. Consideraban a los indígenas subhumanmos, sin alma decían, así que los mataban sin piedad”.
Varios dirigentes indígenas chaqueños hicieron un llamado para que se cumpla el fallo de la Corte Suprema. La Corte Suprema habló de “exterminio” y “genocidio” indígena, en un fallo histórico e inédito que sin duda sentará jurisprudencia.
“Nuestros hermanos han vuelto a huir por lo que queda de las selvas, como en los tiempos del colonialismo y por eso hemos denunciado alguna vez que desde hace años estamos viviendo un Vietnam aquí, ya que también nos envenenan el aire y el agua”, dijo Ramón, de la etnia Wichi, quien vive en Salta, al noroeste del país.
En 1995 las tierras fiscales chaqueñas ocupaban 3 millones de hectáreas, ahora son menos de 500 mil, y cada vez se arrincona más a las comunidades.
El 90 por ciento de los indígenas fallecidos, sin embargo, pertenecen a las comunidades radicadas en tierras de El Impenetrable, los montes chaqueños que hasta hace unos años eran fiscales pero fueron vendidos a privados en condiciones irregulares.
Allí el desmonte, la explotación forestal indiscriminada y la invasión de la soja transgénica conspiran contra las fuentes de subsistencia de los aborígenes, obligados a mendigar en las ciudades y condenados a un destino incierto.
Pero no sólo en el Chaco. La investigadora Ana Zamudio trató de hacer un mapa ajustado de las comunidades, en las que mapuches, wichis, kollas, guaraníes y tobas son mayoritarias.
Se habla de que han resistido entre 24 y 27 etnias, algunas con apenas unos centenares de sobrevivientes en el país. Poco más de un millón, calculan estudios más serios, y casi la mitad son pobres y viven en arrabales de las grandes ciudades.
En el articulo anterior a este (Nosotros somos obstáculo) Jesús nos habalaba del rico y del pobre. ¿qué mensaje hará falta en nuestro mundo desarrollado, hiper-comunicado, globalizado, para hacernos tomar conciencia de las injusticias sociales de las que somos autores o, por lo menos, cómplices?
La auténtica riqueza es llegar a ver a Dios, quizás nos haga falta profundizar lo que afirmaba San Agustín: “Camina por el hombre y llegarás a Dios”.
Que los Lázaros (ROSA MOLINA) de cada día nos ayuden a encontrar a Dios.