- OBISPO OSCAR ARNULFO ROMERO. Martir

Hoy, lunes de resurrección, queremos recordarle con Cristo resucitado. Él está vivo en la gente, él está vivo en todos los que, de un modo o de otro, seamos cristianos o no, recordamos su memoria.
La queremos recordad uniéndonos al Cristo resucitado, su amigo y modelo.

Él afirmaba lo siguiente:
“Cada vez que miramos a los pobres…descubrimos el rostro de Cristo… El rostro de Cristo se encuentra entre los sacos y cestas de los trabajadores del campo; el rostro de Cristo se encuentra en aquellos que son torturados y maltratados en las prisiones; el rostro de Cristo está muriendo de hambre en los niños que no tienen nada que comer; el rostro de Cristo está en los pobres que piden a la Iglesia, con el deseo de que su voz sea escuchada.”
Su brutal asesinato seguirá sembrando semillas de esperanza y de vida para todos aquellos que luchan por una mayor justicia social y que profesan la fe en un Dios liberador, cuyo amor no puede ser extinguido ni siquiera por la muerte.
El Cristo crucificado iluminó su visión hasta que exhaló su último aliento. El 24 de Marzo de 1980, dentro de la iglesia del Hospital de la Divina Providencia, dispararon sobre Oscar Romero y le mataron mientras celebraba la misa.
Imitando a la de Cristo, la misma vida y muerte de Romero fue una expresión sacramental del amor crucificado de Dios hacia el mundo.
El eje principal en torno al cual giró la vida de Romero fue la vida, muerte y resurrección de Jesucristo. En ésa línea, él creyó que había sido llamado a “sentir con la iglesia”, especialmente en la medida en que ella sufre en el mundo.
Romero creía que la misión de la Iglesia consiste en proclamar el Reino de Dios, que es el reino de “la paz y la justicia, de la verdad y el amor, de la gracia y de la santidad… para conseguir un orden político, social y económico que responda al plan de Dios”
La iglesia ha de ocuparse de los derechos del pueblo… y de la vida que está en riesgo.
La iglesia ha de ocuparse de aquellos que no pueden hablar, de aquellos que sufren, de los torturados, de los silenciados.
Esto no implica dedicarse a la política… Seamos claros.
Cuando la iglesia predica la justicia social, la igualdad y la dignidad del pueblo, defendiendo a los que sufren y a los que son amenazados, esto no es subversión, esto no es marxismo; ésta es la verdadera enseñanza de la Iglesia .
Monseñor Romero creía que;
“LA FE CRISTIANA NO NOS SEPARA DEL MUNDO, SINO QUE NOS INTRODUCE EN EL MUNDO."