A pesar de que las ideologías o los intereses de las clases dominantes enfrenten a unos hombres con otros, a pesar de que esos enfrentamientos se hayan justificado en nombre de Dios.
Dios, quiere que los hombres lleguen a entenderse.
LA TORRE DE BABEL
Los escritores bíblicos más antiguos decían que la humanidad tenía un origen único, un tronco común. Pero esta convicción chocaba al ver a los hombres divididos, incapaces de entenderse ni siquiera mediante lo que les diferenciaba de los animales: el lenguaje.
Casi mil años antes, uno de aquellos antiguos escritores, reflexionando a la luz de su fe, construyó el relato de la torre de Babel, con el que pretendía explicar cómo a los hombres les resultaba imposible entenderse, pues hablaban diversas lenguas.
El significado de ese relato es claro: los hombres intentaron edificarse un templo a sí mismos, y volvieron a caer en la trampa de Adán y Eva: “serán como dioses”.
En el Paraíso se rompió la armonía entre la pareja, también ahora, se quebró aún más la unidad del género humano.
OTRAS BABELES
El hombre, cuando cree que puede ser dios a su manera, consigue convertirse en un peligro para sus semejantes; y sus semejantes, si tienen la misma pretensión, se convierten en un peligro para él.
Esta tentación tan antigua, jamás ha dejado de estar de actualidad. Todavía hoy sigue habiendo muchos que, aunque digan que creen en un Dios supremo, o aunque digan que no creen en ningún Dios, se endiosan a si mismos y se comportan como amos de sus semejantes; violando sus derechos, limitando su libertad, esclavizando sus conciencias, pisoteando su dignidad y exigiendo sometimiento.
Ahí están para probar todos los totalitarismos; los ateos y los que se dicen creyentes, los meramente políticos y los parcial o totalmente religiosos.
Y ahí están esas verdaderas Babeles, obstáculos para el entendimiento de los hombres: la esclavitud, los campos de exterminio del nazismo, las purgas estalinistas, la represión franquista, los desaparecidos, la agresión imperial contra los pueblos; los bloques militares, cualquier tipo de militarismo, la carrera de armamentos, el tráfico de armas, laas guerras preventivas, el narcotrafico, la tortura, el hambre, el colonialismo, la trata de blancas.
PENTECOSTES
Según los Hechos de los Apóstoles, Dios volvió a bajar a la tierra para meterse dentro de un puñado de hombres asustados pero que se hallaban dispuestos a tomar el relevo y a andar el camino de Jesús.
Al sentir la fuerza del Espíritu, perdieron el miedo y empezaron a dar los primeros pasos. Y lo que antes había servido para separar a los hombres se convirtió en vehículo de entendimiento, lo que era causa para que no pudieran comunicarse se convirtió en instrumento de unidad.
Empezaron a hablar en lenguas diversas a personas que entendían idiomas distintos y todos se comprendían.... y quedaron desconcertados, porque cada uno los oía hablar en su propio idioma.
El Espíritu no los había uniformado, pero había hecho posible la unidad: las lenguas seguían siendo distintas, pero el entendimiento era posible.
Y esto porque el Espíritu les facilitaba un lenguaje universal, el único, que respetando los diversos modos de expresarse, conduce al entendimiento pleno: el lenguaje del amor.
El lenguaje de la entrega en favor de la construcción de un mundo nuevo en el que nadie pretenda ser dios de nadie, el lenguaje de la revolución más profunda que el hombre pueda realizar y en la que hasta el mismo Dios está comprometido: la revolución que pretende construir una verdadera fraternidad universal. Sin padres, sin amos, sin diosecitos.
Con un solo Padre y un único Espíritu que nos hace a todos hijos y hermanos.
Dios, quiere que los hombres lleguen a entenderse.
LA TORRE DE BABEL
Los escritores bíblicos más antiguos decían que la humanidad tenía un origen único, un tronco común. Pero esta convicción chocaba al ver a los hombres divididos, incapaces de entenderse ni siquiera mediante lo que les diferenciaba de los animales: el lenguaje.
Casi mil años antes, uno de aquellos antiguos escritores, reflexionando a la luz de su fe, construyó el relato de la torre de Babel, con el que pretendía explicar cómo a los hombres les resultaba imposible entenderse, pues hablaban diversas lenguas.
El significado de ese relato es claro: los hombres intentaron edificarse un templo a sí mismos, y volvieron a caer en la trampa de Adán y Eva: “serán como dioses”.
En el Paraíso se rompió la armonía entre la pareja, también ahora, se quebró aún más la unidad del género humano.
OTRAS BABELES
El hombre, cuando cree que puede ser dios a su manera, consigue convertirse en un peligro para sus semejantes; y sus semejantes, si tienen la misma pretensión, se convierten en un peligro para él.
Esta tentación tan antigua, jamás ha dejado de estar de actualidad. Todavía hoy sigue habiendo muchos que, aunque digan que creen en un Dios supremo, o aunque digan que no creen en ningún Dios, se endiosan a si mismos y se comportan como amos de sus semejantes; violando sus derechos, limitando su libertad, esclavizando sus conciencias, pisoteando su dignidad y exigiendo sometimiento.
Ahí están para probar todos los totalitarismos; los ateos y los que se dicen creyentes, los meramente políticos y los parcial o totalmente religiosos.
Y ahí están esas verdaderas Babeles, obstáculos para el entendimiento de los hombres: la esclavitud, los campos de exterminio del nazismo, las purgas estalinistas, la represión franquista, los desaparecidos, la agresión imperial contra los pueblos; los bloques militares, cualquier tipo de militarismo, la carrera de armamentos, el tráfico de armas, laas guerras preventivas, el narcotrafico, la tortura, el hambre, el colonialismo, la trata de blancas.
PENTECOSTES
Según los Hechos de los Apóstoles, Dios volvió a bajar a la tierra para meterse dentro de un puñado de hombres asustados pero que se hallaban dispuestos a tomar el relevo y a andar el camino de Jesús.
Al sentir la fuerza del Espíritu, perdieron el miedo y empezaron a dar los primeros pasos. Y lo que antes había servido para separar a los hombres se convirtió en vehículo de entendimiento, lo que era causa para que no pudieran comunicarse se convirtió en instrumento de unidad.
Empezaron a hablar en lenguas diversas a personas que entendían idiomas distintos y todos se comprendían.... y quedaron desconcertados, porque cada uno los oía hablar en su propio idioma.
El Espíritu no los había uniformado, pero había hecho posible la unidad: las lenguas seguían siendo distintas, pero el entendimiento era posible.
Y esto porque el Espíritu les facilitaba un lenguaje universal, el único, que respetando los diversos modos de expresarse, conduce al entendimiento pleno: el lenguaje del amor.
El lenguaje de la entrega en favor de la construcción de un mundo nuevo en el que nadie pretenda ser dios de nadie, el lenguaje de la revolución más profunda que el hombre pueda realizar y en la que hasta el mismo Dios está comprometido: la revolución que pretende construir una verdadera fraternidad universal. Sin padres, sin amos, sin diosecitos.
Con un solo Padre y un único Espíritu que nos hace a todos hijos y hermanos.