Esta nueva reflexión sobre la lectura del Evangelio que corresponde al ciclo litúrgico nos sirve para pensar un poco sobre la vivencia de Jesús y las personas de su época. Su manera sencilla de comunicarse, de ver la realidad de sus hermanos y actuar sobre ella con una enseñanza que deben realizar aquellos que lo escuchan.
Seguramente, aprovechando los momentos difíciles de sus idas y venidas por el lago de Galilea, Jesús educaba a sus discípulos para enfrentarse a tempestades futuras más peligrosas. Mateo, trabaja uno de estos episodios para ayudar a las comunidades cristianas a liberarse de sus miedos y de su poca fe.
•Los discípulos están solos. Esta vez no los acompaña Jesús. Su barca está muy lejos de tierra, a mucha distancia de él, y un viento contrario les impide volver. Solos en medio de la tempestad, ¿qué pueden hacer sin Jesús?
•La situación de la barca es desesperada. Mateo habla de las tinieblas de la noche, la fuerza del viento y el peligro de hundirse en las aguas. Con este lenguaje bíblico, conocido por sus lectores, va describiendo la situación de aquellas comunidades cristianas, amenazadas desde fuera por el rechazo y la hostilidad, y tentadas desde dentro por el miedo y la poca fe. ¿No es ésta nuestra situación hoy?
•Entre las tres y las seis de la madrugada, se les acerca Jesús andando sobre el agua, pero los discípulos son incapaces de reconocerlo. El miedo les hace ver en él un fantasma. Los miedos son el mayor obstáculo para conocer, amar y seguir a Jesús como Hijo de Dios que nos acompaña y salva en la crisis.
•Jesús les dice las tres palabras que necesitan escuchar: Ánimo, soy yo, no tengan miedo. Quiere trasmitirles su fuerza, su seguridad y su confianza absoluta en el Padre. Pedro es el primero en reaccionar. Su actuación es, como casi siempre, modelo de entrega confiada y ejemplo de miedo y poca fe. Camina seguro sobre las aguas, luego le entra miedo; va confiado hacia Jesús, luego olvida su Palabra, siente la fuerza del viento y comienza a hundirse.
•En la Iglesia de Jesús ha entrado el miedo y no sabemos cómo liberarnos de él. Tenemos miedo al desprestigio, la pérdida de poder y el rechazo de la sociedad.
Nos tenemos miedo unos a otros: unos endurecen su lenguaje, otros pierden libertad para hacer y expresarse, otros prefieren no correr riesgos, o miran con temor el futuro, otros son indiferentes, se quedan quietos.
En el fondo de estos miedos hay miedo a Jesús, poca fe en él, hay resistencia a seguir sus pasos. Él mismo nos ayuda a descubrirlo: ¡QUÉ POCA FE! ¿POR QUÉ DUDAN TANTO?
•Los discípulos están solos. Esta vez no los acompaña Jesús. Su barca está muy lejos de tierra, a mucha distancia de él, y un viento contrario les impide volver. Solos en medio de la tempestad, ¿qué pueden hacer sin Jesús?
•La situación de la barca es desesperada. Mateo habla de las tinieblas de la noche, la fuerza del viento y el peligro de hundirse en las aguas. Con este lenguaje bíblico, conocido por sus lectores, va describiendo la situación de aquellas comunidades cristianas, amenazadas desde fuera por el rechazo y la hostilidad, y tentadas desde dentro por el miedo y la poca fe. ¿No es ésta nuestra situación hoy?
•Entre las tres y las seis de la madrugada, se les acerca Jesús andando sobre el agua, pero los discípulos son incapaces de reconocerlo. El miedo les hace ver en él un fantasma. Los miedos son el mayor obstáculo para conocer, amar y seguir a Jesús como Hijo de Dios que nos acompaña y salva en la crisis.
•Jesús les dice las tres palabras que necesitan escuchar: Ánimo, soy yo, no tengan miedo. Quiere trasmitirles su fuerza, su seguridad y su confianza absoluta en el Padre. Pedro es el primero en reaccionar. Su actuación es, como casi siempre, modelo de entrega confiada y ejemplo de miedo y poca fe. Camina seguro sobre las aguas, luego le entra miedo; va confiado hacia Jesús, luego olvida su Palabra, siente la fuerza del viento y comienza a hundirse.
•En la Iglesia de Jesús ha entrado el miedo y no sabemos cómo liberarnos de él. Tenemos miedo al desprestigio, la pérdida de poder y el rechazo de la sociedad.
Nos tenemos miedo unos a otros: unos endurecen su lenguaje, otros pierden libertad para hacer y expresarse, otros prefieren no correr riesgos, o miran con temor el futuro, otros son indiferentes, se quedan quietos.
En el fondo de estos miedos hay miedo a Jesús, poca fe en él, hay resistencia a seguir sus pasos. Él mismo nos ayuda a descubrirlo: ¡QUÉ POCA FE! ¿POR QUÉ DUDAN TANTO?