- DECIR O HACER - A quienes han separado la fe de la vida, el decir del hacer, el rezar del actuar, va dirigida esta parábola.

Entre estos dos verbos hay un abismo. Una cosa es decir, otra hacer, y otra, más difícil todavía, la conjunción de las dos mediante la "y".
Tan difícil es esta unión que el refranero dice; "Del dicho al hecho hay gran trecho" y algunos identifican este trecho con el mar.
Hablar es práctica común en nuestro tiempo. Todo el mundo habla, discursea, echa peroratas inmensas, sentando cátedra sobre la vida y sus más diversas realidades: políticos, eclesiásticos, oradores de profesión, diputados, senadores, dirigentes de todo tipo; sociales, políticos, religiosos, deportivos, culturales… artesanos de la palabra. Todos hablan cada vez más, y nuestra cultura sufre ya una grave inflación de palabras.
El lenguaje está a punto de convertirse en objeto de sí mismo: se habla por hablar. Los destinatarios de tanta palabra vana, están perdiendo la fe en la eficacia de la misma. Hemos caído en la eterna tentación humana: la palabrería.
También en la religión, conque facilidad se llena el templo con palabrería, rezo y culto vacío, conviviendo cada día con la injusticia y una moral clasista, distante de Dios.
La religión estaba de las puertas del templo para adentro; se medía por horas de rezo y rito, por la cantidad de ofrendas, por la apariencia y el culto a las personas que se “dedicaban a estar” en el templo, con Dios.
Jesús se cansó de este tipo de religiosidad y dirigió una parábola; LA DE LOS HIJOS, a los habladores de la religión y de la política judía;
"Un padre tenía dos hijos. Se acercó al primero y le dijo: - Hijo, ve hoy a trabajar en la viña. - El le contestó: No quiero. Pero después se arrepintió y fue. Se acercó al segundo y le dijo lo mismo. - El le contestó: Voy, Señor. Pero no fue.
- ¿Quién de los dos hizo lo que quería el padre?
- Contestaron: El primero.
- Jesús les dijo: Les aseguro que los publicanos y las prostitutas les llevan la delantera en el camino del Reino de Dios".
Quienes no se atrevían ni siquiera a hablar en público, prostitutas y publicanos, porque no serian ni creídos ni escuchados, precederán a los portavoces oficiales de la religión y de la política judías.
¿Por qué? Porque aquellas prostitutas y publicanos, viendo la veracidad del mensaje de Jesús y libres de prejuicios teológicos o eclesiásticos, se aprestaron a ponerlo en práctica, por lo tanto, llevan la delantera en el Reino, dice Jesús.
Con sus rezos y ritos, con sus celebraciones e incienso, los observantes de la religión judía pretendían encubrir su falta de fe en Dios y su vida de espaldas al prójimo.
Lo que califica al hombre ante Dios no son sus hábitos devotos, su palabrería o rezaduría, o su falta de religiosidad, sino la respuesta de la vida a la voluntad de Dios, amando de obra al prójimo, el verdadero culto y el único sacrificio agradable a Dios, la ofrenda de uno mismo por amor.
A quienes han separado la religión de la vida, el decir del hacer, el rezar del actuar, pertenezcan a la jerarquía o al pueblo, va dirigida esta parábola.
Revisión de vida, personal o comunitaria:
Los "dos hermanos" tan contrapuestos de la parábola se dan en cada una de nuestras vidas. A veces decimos que sí, pero es NO, y otras veces decimos no, pero resulta que SI.
Sólo Jesús fue SI… sin sombra de NO”.
¿Cómo va esta contradicción en mi vida?
¿Qué partes de mi vida traicionan mi generosidad y mi buena intención?
¿Cómo puedo hacer para dar más coherencia a mi vida?