- EL MENSAJERO QUE ANUNCIA LA PAZ… Hay gente que sí anuncia tu venida. Y da gusto tratarlos, y sentir que con ellos, renace la esperanza.

Un año más, comenzamos el Adviento. A prepararse, tocan, ¿para qué? Para un acontecimiento eterno, pero nuevo. Para una buena noticia. Para un regalo humano…
En este mundo en el que tenemos tantos anuncios navideños, que anuncian todo menos la verdadera Navidad, es fundamental estar atentos a los mensajeros que nos traen la verdadera Buena Noticia.
A aquellos que nos transmiten una promesa, un canto que despierta a quienes tienen pesadillas, una alegría que no es de saldo. Los que no necesitan disfrazarse de rojo barbudo, ni necesitan confeti o trompetillas. Los que anuncian el amor verdadero, hecho carne, vida, pasión y proyecto.
1. LOS FALSOS ANUNCIOS
“Aleja de mí la mentira y la palabra engañosa” (Prov 30,8)
Los falsos profetas también están en nuestro día a día. Me asedian, al contarme, con semanas de anticipación, que la Navidad es sobre festejos, comilonas, loterías, cotillones, viajes y sonrisas de saldo.
Me envuelven con soniquetes que en realidad no hablan de evangelio, ni del amor auténtico, ni de una noche fría, ni de los pobres ensalzados, ni del salto al vacío de una mujer sencilla y un hombre justo… Me sorprenden con decorados surrealistas, en los que se mezcla el acebo y el pino, los pastores y los pingüinos, las bombillas y el musgo, pajes increíbles de reyes comerciales…
Pero, ¿dónde estás vos, Señor? ¿Dónde está tu anuncio, tu promesa, tu llegada, tu paz? ¿Dónde está ese amor absoluto, radical, incondicional e infinito?
¿Cómo prepararse para la Navidad de la fe sin caer en prepararse para esa otra navidad de vidriera?
¿Qué mensajes te parecen más vacíos de los que recibes este tiempo?
2. LOS OTROS MENSAJEROS
“Qué hermosos sobre los montes los pies del mensajero que anuncia la paz” (Is 52.7)
Hay gente que sí anuncia tu venida. Y da gusto verlos, y tratarlos, y sentir que, con ellos, renace la esperanza.
Esos viven la Navidad todo el año, y quizás ahora, si busco, podré verlos un poco más. Recuerdan con sus vidas que el amor es posible. Insisten, con su testimonio, en confirmar que sí, que a veces, hay quien te siente muy dentro… y entonces todo cobra sentido.
Son la buena gente, que la hay en todas partes. Son los pisoteados, capaces de levantar la cabeza, conscientes de su dignidad inalienable. Los heridos capaces de seguir caminando. Los alegres deseosos de contagiar su contento.
Los que comparten lo que tienen (poco o mucho), su tiempo, su trabajo, su vida, su palabra, sus sueños… Los que multiplican sus talentos, sus conocimiento, su experiencia, su tiempo al servicio del prójimo.
Los humildes, los mansos, que contagian bienaventuranza y trabajan por la paz.
¿Quién es la gente que en tu vida es mensajera de evangelio?
¿Y puedes ser tú anuncio de esperanza para alguien? ¿Cómo?