- SUPERVIVENCIA Y EGOÍSMO - Fuimos diseñados para vivir en unidad. Para sobrevivir tenemos que luchar por comprender y conquistar esa unidad.

Vivir es sobrevivir y para sobrevivir hay que comprender las reglas de la vida.
Antes de que existiera la vida en el planeta, existió el planeta. Antes de que nos subamos a un barco o a un avión para hacer un viaje, ya existen el barco o el avión, ya fueron diseñados y creados.
Nosotros, utilizamos esas creaciones para nuestro beneficio, pero respetando sus normas, sus reglas, sus condiciones. Y lo hacemos básicamente por nuestra supervivencia.
Vivimos en un mundo creado mucho antes de que apareciéramos en él. Aún estamos estudiando su estructura, sus misterios, sus leyes y su relación y dependencia con su entorno, el Cosmos.Sin embargo, desarrollamos un modo de vida ajeno a esa realidad. Vamos en el barco o en el avión y nos comportamos como si estuviéramos en tierra firme. Eso implica alterar las leyes, no respetarlas.
Un observador extraterrestre diría que no nos importa vivir. Pero para cualquier habitante terrestre, dicho comportamiento no sólo es coherente sino se cataloga como inteligente.
Pero esa desviación de la realidad tiene un nombre, y se llama egoísmo. El egoísmo es, la enfermedad madre de todas las enfermedades. Para una mente abierta e inteligente el egoísmo es la contradicción de la vida, la otra cara de la moneda, la muerte de la vida.
Por tanto, sobrevivir y egoísmo no pueden convivir juntos. Atravesamos una crisis que se ha acabado ciñendo a lo puramente económico. Pero ésta no es una crisis económica. Es una crisis humana motivada por un egoísmo salvaje que se ha convertido en el único “dios”.
Si un financiero egoísta monta un sistema falso y ofrece beneficios millonarios a la gente, acuden como moscas inversores motivados por el afán de ganar más dinero. Su egoísta ceguera es tal que no intuyen el peligro.
Al final todo se reduce a la historia de un egoísta que tendió una trampa para cazar egoístas. El egoísta sólo ve el barco como un espacio del que puede beneficiarse. Y si el barco atraviesa una tormenta que ponga en peligro su existencia, el egoísta sólo se preocupará de su propia supervivencia y de sus “bienes personales”, no teniendo en cuenta que la colaboración entre todos puede salvarles la vida.
Se olvida de que es una criatura diseñada para vivir en unidad, en unidad con las demás criaturas y con el entorno natural en el que se mueve.
Si miramos a nuestro alrededor sólo vemos hombres y mujeres inmersos en sus burbujas egoístas. A veces esas burbujas se asocian en grupos, corporaciones, movimientos, instituciones, bajo un mismo fin egoísta, pero siguen siendo burbujas, aisladas y ajenas a lo que les rodea. Y su final es el mismo para todas.
Somos criaturas diseñadas para vivir en el Amor, por lo tanto, la supervivencia depende del
grado de unidad que hayamos asimilado y manifestemos. Pero, aunque se admitan las bondades de la unidad, se sigue actuando de forma egoísta. El “bien” del individuo sigue prevaleciendo sobre el bien del grupo.
Y el egoísmo generalizado nos está conduciendo a la destrucción generalizada.
Ahora mismo es difícil encontrar un lugar en el planeta que no esté en peligro. Montañas, bosques, océanos, ríos, especies. Quien más peligro corre es la especie humana, pero es lo que menos se comenta y preocupa.
Tal vez porque el egoísmo produce ceguera, física y mental. Y entonces lo evidente no se ve.
Si la vida es supervivencia, implica cumplir determinadas normas y utilizar los recursos y cualidades que figuran en nuestro diseño original, tales como el amor, la inteligencia, el control emocional, la conciencia de unidad, la capacidad de sufrir y de aguantar el dolor, etc.
Para muchos, estamos en peligro, cada generación es más débil, se respira en el ambiente es un “sálvese quien pueda”, lo más opuesto a un comportamiento inteligente.
Egoísmo y supervivencia no son compatibles. Eso lo saben los verdaderos supervivientes.
El egoísmo produce ignorancia y ceguera.

El amor, la unidad, produce visión y confianza. Y también aporta fuerza. Fuimos diseñados para vivir en unidad. Si queremos sobrevivir tenemos que luchar por comprender, conquistar y vivir esa unidad.
Es el único camino que queda. Aunque los resultados tal vez no los recojamos aquí, en este barco llamado Tierra.