- LA PERSEVERANCIA - Hemos obtenido acceso a esta condición de gracia en la que estamos y podemos estar orgullosos esperando la gloria de Dios.

Luego de la experiencia del Motivador, seguramente nos hemos propuestos objetivos, metas, compromisos, y si usamos bien la inteligencia tendremos que acordarnos cómo realizamos esos compromisos; partieron de una necesidad, de una carencia, de un vacío o de una búsqueda.
Si fue encontrarnos, o volver a estar con Dios, muchos lo hemos conseguido de distintas maneras y procesos personales, y por lo tanto nos propusimos, por ejemplo, mantenernos en la compañía de Jesús, otros nos comprometimos a cambiar algunas cosas que hacemos en la vida diaria y que no nos hacen felices, vicios, hábitos negativos y peligrosos para la salud corporal, espiritual o social, otros nos comprometimos a ser mejores en distintas facetas de la vida, mejores hijos, padres, hermanos, estudiantes, trabajadores, ciudadanos, amigos…
Y empezamos a experimentar esos momentos tan esperados para empezar esos cambios y caminar hacia esos objetivos y metas que nos propusimos.
La confianza, las ganas, la decisión y la convicción son nuestros combustibles, sumados a la presencia generosa de Jesús y de aquellos con quienes nos sentimos acompañados, y los días y las semanas pasan, y los impulsos iniciales es como que se van atenuando, se van gastando o perdiendo entre tantas dificultades.
Porque no es fácil cambiar hábitos que están metidos en nosotros durante tanto tiempo, o el diálogo que durante toda la vida no hubo en el entorno familiar, de estudio, trabajo o de amigos, no pueden aparecer mágicamente ahora, solo porque hagamos un Motivador de Palestra.
Dios nos regalo dones y debemos multiplicarlos con la tarea, el esfuerzo diario… para llegar a esa meta, debemos a ejemplo de Pablo de Tarso tener un tiempo de desierto, nuestra Arabia, nuestro tiempo de entrenamiento, de aprender cosas que sumadas a las motivaciones recibidas, harán de nosotros, atletas espirituales, entrenados en los elementos del diálogo en todos los ambientes, del cambio en los lugares que frecuento, de vivir como Hombres Nuevos por dentro y con actitudes de Hijos de Dios. (Confrontar con Hechos 11, 25-26)
La vida Nueva que nos propusimos tendrá siempre obstáculos, ya sean aquellos que aparecen por dentro, la fiaca, la desconfianza, nuestros gustos, nuestra estructura mental y manera de hacer, “nuestras verdades”, nuestras maneras de vivir y de ser Iglesia, por ejemplo.
Y los externos; la evasión, el dejar para mañana, el no meternos, no involucrarnos, el tiempo que le dedicamos a cosas que no nos construyen, la manera de divertirnos o de buscar la felicidad o la forma en que buscamos vencer la soledad, o los problemas de la casa en que vivimos y las maneras de conducirse de todos los habitantes de la misma, seres muy queridos para nosotros… pero que impiden nuestro trabajo de cambio y nos debilitan momento a momento.
Ante eso podemos poner en juego nuestra persistencia, pero esta es limitada, porque es una habilidad que cuando choca con dificultades grandes y serias, se nos acaba o parece acabarse todo y empezamos a pensar que estamos predestinados a ser lo que fuimos hasta antes del PM.
Y que el PM fue una maravillosa experiencia y que ya pasó, ya vendrán otras experiencias… pensar así, sin el esfuerzo, sin el entrenamiento necesario es pensar que la religión es magia, es pensar que Dios se va a “ocupar” de los que nos toca hacer a nosotros, a cada uno de nosotros.
Por eso, sumado a la persistencia, que tengo para cumplir mis metas, debo sumarle la disposición, la actitud de continuar buscando y caminando hacia la meta.
El ENTRENAMIENTO EN UNA COMUNIDAD, con otros hermanos que tienen metas y objetivos parecidos o iguales, nos dirá que estas dificultades de perseverancia serán temporales y que una vez pasadas, sentiremos el gusto por la carrera transcurrida, y podremos valorar el esfuerzo, los frutos conseguidos, sentirnos felices por conseguir nuestros primeros triunfos y empezar a ser mejores personas.
Pablo de Tarso, nos dice en la carta a los Romanos 5, 2-4; “También por él -por la fe- hemos obtenido acceso a esta condición de gracia en la que nos encontramos, y podemos estar orgullosos esperando la gloria de Dios.
No sólo eso, sino que además nos gloriamos de nuestras tribulaciones (dificultades para perseverar); pues sabemos que sufriendo ganamos aguante, aguantando nos aprueban, aprobados esperamos (tenemos esperanza). Y la esperanza no defrauda, porque el amor de Dios se infunde en nuestro corazón por el don del Espíritu Santo”.

Feliz perseverancia, hermanas y hermanos de los PM 76 y 77, feliz perseverancia a los “viejitos”, de la Palestra de Palestra.
Tanto trabajo comunitario merece de parte de cada Palestrista, mantenernos en una permanente LUCHA LIGADA por nuestros hermanos y eso debe verse en la Palanca, en el seguir siendo el Dirigente del PM, pero en la vida de perseverancia con nuestros hermanos y hermanas, en el acompañamiento a tiempo y a destiempo para proseguir en la lucha.
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