Señor Jesús,
tú nos has lanzado al mar de la vida
en un solo barco, un barco para todos:
hombres y mujeres, negros y blancos,
sanos y enfermos, ateos y creyentes;
un barco que conduces hacia el puerto
con mano firme en horas de bonanza
y en tiempo de tempestad.
Cuida, Señor, a cada uno
de los que navegamos mar adentro.
¿Cómo íbamos a encontrar la paz
si un hermano nuestro, un solo hermano,
se hundiera ante nosotros
y desapareciera para siempre de nuestra vista?
¿Quién podría llenar su hueco en nuestro corazón?
Haz, Señor, que,
a pesar de nuestras inseguridades,
de nuestras vacilaciones, de nuestros miedos,
nos arriesguemos a dar la mano
a quienes necesiten nuestra ayuda
para que, agarrados a ti,
logremos desembarcar un día,
todos juntos, en el único puerto:
el corazón del Padre. Amén
tú nos has lanzado al mar de la vida
en un solo barco, un barco para todos:
hombres y mujeres, negros y blancos,
sanos y enfermos, ateos y creyentes;
un barco que conduces hacia el puerto
con mano firme en horas de bonanza
y en tiempo de tempestad.
Cuida, Señor, a cada uno
de los que navegamos mar adentro.
¿Cómo íbamos a encontrar la paz
si un hermano nuestro, un solo hermano,
se hundiera ante nosotros
y desapareciera para siempre de nuestra vista?
¿Quién podría llenar su hueco en nuestro corazón?
Haz, Señor, que,
a pesar de nuestras inseguridades,
de nuestras vacilaciones, de nuestros miedos,
nos arriesguemos a dar la mano
a quienes necesiten nuestra ayuda
para que, agarrados a ti,
logremos desembarcar un día,
todos juntos, en el único puerto:
el corazón del Padre. Amén
Ángel Sanz Arribas, cmf