- MIREN CÓMO SE APEDREAN - "La fe se propone no se impone". Juan Pablo II

¿Existen católicos "no cristianos"?
Pues parece que sí, puesto que existen católicos de facón al cinto que arremeten contra todo lo que se mueve. Los hay y los ha habido siempre a lo largo de nuestra historia.
Pero ahora muchos de ellos pululan por Internet y arremeten contra cualquier viento nuevo de muchas formas, disfrazados de cristianos, apocalipticos, fundamentalistas, defensores, ientes, milicianos, otros lo hacen sin compasión ni modales. Y lo hacen de forma reiterada, consciente, violenta, frecuentemente embozados en seudónimos y datos falsos. Es uno de los fenómenos actuales que más me llaman la atención.
Sin embargo los cristianos somos, ante todo, personas libres porque libres nos creó el Creador y porque a liberarnos vino el Señor.
Los supuestos católicos de armadura y lanza demuestran muy poco respeto a la libertad. Por ahí ya empiezan a descalificarse como cristianos. Si no te gusta un artículo, no lo leas. Si una opinión te parece contraria a la verdad, aporta la tuya con respeto. ¿Por qué ese afán de dar espadazos a diestro y siniestro? "No apaguen el Espíritu, no desprecien el don de Profecía. Revisen todo y quédense sólo con lo bueno"
No todos vemos lo mismo, ni hemos adquirido los mismos conocimientos, ni tenemos el mismo desarrollo personal. ¿Quién te dice a vos que ése que escribe o habla no lo hace desde lo mejor y gratuitamente? Sólo eso merecería un delicado respeto: "Nosotros no podemos dejar de decir lo que hemos visto y oído" (Hec 4,20).

Sin embargo, estos "católicos de papel" prefieren cualquier papel doctrinal, por apolillado que esté, a la Escritura y descargan sus armas verbales contra sus hermanos por saltarse no sé qué canon, número del catecismo o superada interpretación. Olvidan que todo compendio doctrinal requiere permanente actualización, que los papeles y cuadrículas son tantos que es imposible mantenerlos al día.
Estos católicos en celo se comportan como los apóstoles antes de su conversión: "Pero los samaritanos no lo recibieron porque iba camino de Jerusalén. Al ver esto, los discípulos Santiago y Juan dijeron: «Señor, ¿quieres que digamos que baje fuego del cielo y los consuma?».
Jesús se volvió hacia ellos y los reprendió: No saben de qué espíritu son, porque este Hombre no ha venido a perder a los hombres, sino a salvarlos" (Lc 9,53).
Los que escriben, reenvían, envían o comentan en los "blogs" o en cualquier foro -virtual o real- con los bolsillos cargados de pólvora y los ojos cegados de ira olvidan una verdad evidente: la vida del hombre sobre la tierra es progresiva -individual y colectivamente- como lo es la revelación del Espíritu. Al menos lo es nuestra capacidad de descubrirla.
Olvidan igualmente que la "doctrina oficial", ciertamente muy valiosa, constituye la señalización conocida y recomendada para un momento dado. Pero nada impide que se puedan descubrir nuevos caminos y luces, accesos anteriormente ocultos. Apedrear a los buscadores sinceros porque hablan lenguas nuevas es tan necio como negarse a usar los inventos recientes o desechar los descubrimientos científicos.
Y por último, olvidan un valor básico para cualquier cristiano: la prioridad de la Paz. Somos discípulos de un pacifista. Lo que no quiere decir que seamos flojos, débiles, vencidos, ni cobardes. Todo lo contrario.
Para ser pacifista, para salir a la palestra armado solamente con el deseo de hacer el bien, hay que ser muy fuerte, muy profundo y muy cristiano. Después de tantas "guerras de religión" y "abusos contra las personas" con los que hemos deshonrado a la Iglesia, por fin Juan Pablo II nos lo dijo muy claro: "La fe se propone no se impone".
Ni tú, ni yo, ni nadie, tenemos derecho alguno a "excomulgar" a quien no se expresa como yo pienso, digo o practico. Proponer es lo nuestro, nunca imponer. Y menos con las envenenadas armas de la injuria, la maledicencia, la difamación o la calumnia o utilizando cualquier método.
No creo que se pueda ser católico sin ser cristiano, a pesar de los violentos de todas las épocas. Aunque nuestra intención sea erradicar el error y el supuesto mal que vemos en ojo ajeno, nunca podemos pretender arrancarlo violentamente.
Lo dice el Evangelio y lo olvidan, incluso, muchos guías espirituales: "¿Quieres que vayamos a arrancarla? Les contestó: ¡No! No sea que, al recoger la cizaña, arranquen con ella el trigo. Dejen crecer juntas las dos cosas hasta la siega" (Mt 13,28). ¿Qué doctrina oficial avala entonces a ésos que no se separan de la guadaña?
El signo por el que empezó a reconocerse a los cristianos fue aquella rotunda admiración: "¡Miren cómo se aman!". Hoy día, cualquiera que surfee un poquito por páginas religiosas podría decirnos: ¡Miren cómo se insultan, juzgan y apedrean! ¿Por qué? Porque olvidamos el Evangelio y negamos el Espíritu.
Repetimos lo mismo que nuestro Señor censuró: el fanatismo, el rigorismo humano y la rigidez de una religión miope que se apega a lo secundario (letra, rito, doctrina y tradición) y olvida lo principal (el amor, el Espíritu y el camino a la plenitud).
Cuando oigas o leas palabras nuevas, interpretaciones distintas, voces inéditas, tómalas o déjalas, cuestiónate o sigue por la senda de lo trillado. ¡La elección es tu derecho! Pero no acuses a nadie de hereje o de enemigo. Antes de descalificar, agredir o matar relee el martirio de san Esteban. ¿No hacemos hoy lo mismo?
A esos católicos inmovilistas de agresión rápida y verbo ofensivo les recordaré: "El cristianismo es Camino que hay que caminar, Verdad que hay que descubrir y Vida que hay que desarrollar". El inmovilismo es contrario al cristianismo: "Sígueme y deja que los muertos entierren a sus muertos" (Mt 8,22).
La prueba final es breve y rotunda: "Por sus frutos los conocerán" (Mt 7,20). Si se apedrean entre sí o apedrean a otros, ni católicos ni cristianos; sólo violentos y agresivos homínidos. Confundir religión con violencia es una de las mayores degradaciones de nuestra historia y la negación de nuestra identidad.
Sobre un artículo de Jairo del Agua.