- RESISTENCIA- Para todos aquellos que no se dan por vencidos y buscan las mil y un formas de salir de la adversidad sin perder su dignidad.

En algunas situaciones de la vida familiar, personal o de una sociedad, cuando todo parece que se viene abajo, aparece algo así como una “resistencia”.
Sobre una realidad de enfermedad, soledad, crisis económicas, distintos tipos de esclavitud, un grupo de hombres y mujeres se plantan de frente a una realidad que parece que nos aplasta irremediablemente.
Yo me digo que ser cristiano es, de algún modo, ser resistente. Como la roca que resiste el paso del agua (…eso sí, esa realidad y esas batallas, suavizan sus aristas). Como el junco que se dobla por el vendaval, pero no se rompe.

1. ¿CONTRA QUÉ?
“De día el sol no te hará daño ni la luna de noche. El Señor te guarda…” (Sal 121)
Contra alguna que otra tormenta.
Contra uno mismo, cuando nos ponemos en “guerra” contra todos.
Contra esta misma fe, tan llena de agujeros. Contra todo tipo de fundamentalismos.
Contra los cantos de sirena, que te engañan con atajos hacia ninguna parte.
Contra el desgano, el silencio, la apatía o la indiferencia.
Contra el miedo a apostar por el caballo equivocado. Contra el aburrimiento.
¿Contra qué te toca luchar a ti en esta etapa de tu vida?
¿Y en tu fe?

2. ¿POR QUÉ?
“Yo te amo, Señor, mi fortaleza, mi roca, mi alcázar, mi libertador” (Sal 18)
Que no se trata de resistir porque sí… O de forzarse a pura voluntad.
Se trata, más bien, de mantener viva la llama, la ilusión, el impulso que hace que merezca la pena luchar. Porque el fuego es real. Se trata de atesorar, muy dentro, las palabras del evangelio que a veces te incendian por dentro.
Se trata de cantar, con imbatible ternura, que hay un amor infinito que da sentido a cada vida. Y convertir dicho amor en bandera, proyecto y promesa.
¿Qué te ayuda a seguir?
¿Cuál es tu apoyo, tu fortaleza, tu motivo?

3. ¿CON QUIEN?
“Por mis hermanos y compañeros pido la paz para ti. Por la casa del Señor nuestro Dios te deseo todo bien” (Sal 122)
Con tantos hombres y mujeres que, antes, ahora, y mañana, seguirán resistiendo… para hacer de sus vidas… vidas dignas.
Con tantos héroes cotidianos, que día a día, hacen del mundo un lugar más digno, y hacen que, en sus vidas, Dios asome en este mundo.
Con tantos otros que, a su manera, y en sus batallas, también resisten… porque saben que merece la pena.
¿Quién te acompaña en el camino?
¿Quién te ayuda?
¿De quién te fías?
¿En qué hombro lloras?
¿Con quién compartes las risas?