Esta es una instancia de Dirigencia muy marcada en el Movimiento, por todo lo que aporta al bien común, son ellos los que ayudan de manera directa al Secretariado, junto a los Consultivos de Jóvenes Adultos y Consultivo de Adultos, en todas las actividades, planes, evaluaciones y evangelización en los ambientes.
Muñeco, Matías, Lu, Romi, Malala, Andrés, Maxi, Carlitos. |
- Los jóvenes tienen una importancia innegable en el mundo de hoy; por ello Palestra pretende, fundamentalmente, formar “jóvenes y líderes dirigentes evangélicos” que ejerzan su influencia actual o potencial en los distintos ambientes donde se mueven.
- Entendemos por líderes y dirigentes, a aquellas personas que en la totalidad de la situación en la que se encuentran vislumbran el objetivo del sector o grupo de la sociedad en que viven y sobre la base de esa percepción son capaces de renovar y dirigir ese mismo ambiente de acuerdo con sus propios objetivos y con una fidelidad absoluta a la Buena Nueva de Cristo.
- Por otra parte consideramos que la vocación de líder es un don proveniente del Espíritu Santo, el cual no sólo santifica y dirige al Pueblo de Dios mediante los Sacramentos y los Ministerios, y lo adorna con sus virtudes, sino también reparte gracias especiales entre los fieles de cualquier condición, “distribuyendo a cada uno según quiere” (I Cor. 12, 11) con los cuales hace aptos y prontos para ejercer las diversas obras y deberes que sean útiles para la renovación y mayor edificación de la Iglesia, según aquellas palabras: “A cada uno le otorga la manifestación del Espíritu para común utilidad.” (I Cor. 12, 7) (Cfr. Vaticano II, Lumen Gentium, 12)
- Así pues, el líder y dirigente evangélico, tal como lo comprendemos, no es un miembro perteneciente a un grupo cerrado de escogidos, sino que está puesto por Dios en el mundo para el servicio de los hombres y le exige una especial solidaridad, que se expresa en una viva voluntad de sacrificio que le haga poner toda su vida al servicio del hermano, e implica también un contacto inteligente y constante con la realidad, de tal modo que su forma de ser resulte una manera especial de presencia en el mundo, más bien que una segregación de él. Con espíritu de humildad y de pobreza, antes de enseñar debe aprender, “haciéndose todo a todos para llevarlos a Cristo.” ( 1ra. Cor. 9, 22)
Documento de Identidad de Palestra - Cap II Punto 3.