Reflexión para la Eucaristía del domingo 23 de octubre en base a Mateo 22, 34-40.
En cierta ocasión los fariseos se reunieron en grupo y le hicieron a Jesús una pregunta que era motivo de discusión y debate entre los sectores más preocupados de cumplir escrupulosamente los seiscientos trece preceptos más importantes sobre el sábado, la pureza ritual, los diezmos y otras cuestiones: “Maestro, ¿cuál es el mandamiento principal de la Ley?”.
La respuesta de Jesús es muy conocida entre los cristianos: “Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con todo tu ser”. Este es el más importante.
Luego añadió: “El segundo es semejante a éste: amarás a tu prójimo como a ti mismo”. Y concluyó con esta afirmación: “Estos dos mandamientos sostienen la Ley y los profetas”.
Nos interesa mucho escuchar bien las palabras de Jesús pues también en la Iglesia, como en el antiguo Israel, ha ido creciendo a lo largo de los siglos el número de preceptos, normas y prohibiciones para regular los diversos aspectos de la vida cristiana. ¿Qué es lo primero y más importante? ¿Qué es lo esencial para vivir como seguidores de Jesús?
Jesús deja claro que no todo es igualmente importante. Es un error dar mucha importancia a cuestiones secundarias de carácter litúrgico o disciplinar descuidando lo esencial. No hemos de olvidar nunca que sólo el amor sincero a Dios y al prójimo es el criterio principal y primero de nuestro seguimiento a Jesús.
Según él, ese amor es la actitud de fondo, la fuerza clave e insustituible que pone verdad y sentido a nuestra relación religiosa con Dios y a nuestro comportamiento con las personas.
¿Qué es la religión cristiana sin amor?
¿A qué queda reducida nuestra vida en el interior de la Iglesia y en medio de la sociedad sin amor?
El amor libera nuestro corazón del riesgo de vivir empobrecidos, empequeñecidos o paralizados por la atención insana a toda clase de normas y ritos.
¿Qué es la vida de un practicante sin amor vivo a Dios?
¿Qué verdad hay en nuestra vida cristiana sin amor práctico al prójimo necesitado?
El amor se opone a dos actitudes bastantes difundidas. En primer lugar, la indiferencia entendida como insensibilidad, rigidez de mente, falta de corazón. En segundo lugar, el egocentrismo y desinterés por los demás.
En estos tiempos tan críticos nada hay más importante que cuidar humildemente lo esencial:
- el amor sincero a Dios alimentado en celebraciones sentidas y vividas desde dentro.
- el amor al prójimo fortaleciendo el trato amistoso entre los creyentes e impulsando el compromiso con los necesitados.
Contamos con el aliento de Jesús.
Eclesalia Informativo