- MELODÍA AL EVANGELIO DE MARCOS 3, 1-6 - En las relaciones con el prójimo (el de la otra orilla), que está permitido, hacer el bien o el mal, darle vida o darle muerte?.

En el centro de la sinagoga un hombre paralizado. Alrededor del hombre paralizado un sinfín de hombres al acecho. 
Un hombre sin capacidad de ser hombre al fin y muchos hombres que no quieren que ese hombre, todo hombre, alcance su plena madurez, su capacitación como ser humano.
Entre el hombre en el centro y los hombres acechantes, una madeja hecha de muchos hilos rotos, viejos, inútiles. Una madeja hecha de leyes, normas, conceptos sagrados, vacíos, antiguos, asumidos en su literalidad, muertos, anti-humanos.
Un Maestro se acerca al hombre paralizado, cruza por la maraña de hilos, rompiendo su pegajosa tela de araña y a aquél que había caído apresado sin remedio en la trampa de una religión desnaturalizada le dice: eres un hombre bendecido por Dios; eres un hombre completo. Vive, piensa, siente, actúa siendo consciente de quien eres y alégrate.
Y ese Maestro miro en derredor, el alma doliente por tanto sufrimiento inútil. Y esos hombres que estaban al acecho, ya tienen pruebas. Él destruyó impunemente su magnífica tela de araña.
Leire Quintana - leirearmenteria@gmail.com

“Entró otra vez en la sinagoga, estaba allí un hombre que tenía la mano paralizada. Algunos lo vigilaban para ver si lo sanaba en sábado, y así acusarlo.
Dijo Jesús al hombre de la mano paralizada: Levántate y ponte en medio. Y les preguntó a ellos: ¿Qué está permitido en sábado? ¿Hacer el bien o el mal? ¿Salvar la vida o dar muerte?
Ellos callaban. Entonces los miró indignado, aunque dolorido por su obstinación y dijo al hombre: Extiende la mano. El hombre la extendió y su mano quedó sanada. Los fariseos salieron inmediatamente y deliberaron con los herodianos cómo acabar con él.” Marcos 3, 1-6