Una reflexión en medios de 2 motivadores, para prepararnos en la participación y a compartir la gracia de nuestros hermanos y a poner lo mejor de nosotros, que será una gran palanca.
Muchas veces nos han resultado lejanos y misteriosos los personajes
bíblicos, precisamente porque aparecen viviendo experiencias extrañas y
especialísimas, que ningún cristiano normal vive hoy en día.
También Pablo, en cierto momento de su vida, experimentó un encuentro
íntimo y especial con Jesús, que lo llevó a abandonar todo y a centrar su
existencia únicamente en Cristo Resucitado.
Fue una experiencia interior inefable, imposible de contar con palabras.
Pero el autor bíblico la describe adornada con voces divinas, luces
celestiales, caídas estrepitosas, ceguera, para exponer de algún modo lo que
nadie es capaz de comunicar.
En realidad la experiencia paulina fue semejante a la de muchos de
nosotros. Seguramente nuestra propia vocación cristiana fue también un
encuentro grandioso con Jesús resucitado. Pero no oímos voces extrañas, ni
vimos luces maravillosas. Y por eso no la solemos valorar. Y muchas veces
languidece anémica en algún rincón de nuestra vida diaria.
Por eso hace bien reconocer que tampoco Pablo vio nada de aquello. Que no
nos lleva ventaja alguna. Recordarlo, y pensar luego en la cantidad de veces
que podemos experimentar a Jesús resucitado en nuestra vida.
Lo momentos que se viven en los Motivadores, tanto para los que participan, como para los que trabajan por ellos, o los que pasaron por esa vivencia tienen algo en común; la posibilidad de escuchar y responderle a Jesús.
También sabemos que estos momentos pueden ser la ocasión para comprometernos nuevamente y para animarnos a hacer cosas mayores
que las que hacemos ordinariamente. Como las que hizo Pablo.
Que estos días sean tiempos de redescubrir nuestra vocación Paulina para
evangelizar más y mejor, para adentrarnos en la realidad con un espíritu
coherente con nuestra vocación y el espíritu del Resucitado.
Para acompañar con la oración, el acercamiento a los sacramentos, darnos la posibilidad de renovarnos, hacer la lucha ligada en la palanca, la oración y la generosidad para estar presentes de
manera concreta en toda esta experiencia comunitario de Jesús, el gran motivador de nuestras
vidas.
“Samuel siendo un niño “escuchó la voz de Dios” en cuatro ocasiones y respondió:
¡Aquí estoy!... …¡Habla, que tu
siervo escucha”. 1º Sam 3