Al terminar la Conferencia de Aparecida, en el vigor del Espíritu Santo, convocamos a todos nuestros hermanos y hermanas, para que, unidos realicemos la Gran Misión Continental.
Será un nuevo Pentecostés que nos impulse a ir, de manera especial, en búsqueda de los católicos alejados y de los que poco o nada conocen a Jesucristo, para que formemos con alegría la comunidad de amor de nuestro Padre Dios. Misión que debe llegar a todos, ser permanente y profunda.
Con el fuego del Espíritu Santo, avancemos construyendo con esperanza nuestra historia de salvación en el camino de la evangelización, teniendo en torno nuestro a tantos testigos, que son los mártires, santos y beatos de nuestro continente. Con su testimonio nos han mostrado que la fidelidad vale la pena y es posible hasta el final.
Unidos a todo el pueblo orante, confiamos a María, Madre de Dios y Madre nuestra, primera discípula y misionera al servicio de la vida, del amor y de la paz, invocada bajo los títulos de Nuestra Señora Aparecida y de Nuestra Señora de Guadalupe, el nuevo impulso que brota a partir de hoy en toda América Latina y el Caribe, bajo el soplo del nuevo Pentecostés para nuestra Iglesia a partir de esta V Conferencia que aquí hemos celebrado.
En Medellín y en Puebla terminamos diciendo “CREEMOS”. En Aparecida, como lo hicimos en Santo Domingo, proclamamos con todas nuestras fuerzas: CREEMOS Y ESPERAMOS.
Esperamos…
- Ser una Iglesia viva, fiel y creíble que se alimenta en la Palabra de Dios y en la Eucaristía..
- Vivir nuestro ser cristiano con alegría y convicción como discípulos-misioneros de Jesucristo.
- Formar comunidades vivas que alimenten la fe e impulsen la acción misionera.
- Valorar las diversas organizaciones eclesiales en espíritu de comunión.
- Promover un laicado maduro, corresponsable con la misión de anunciar y hacer visible el Reino de Dios.
- Impulsar la participación activa de la mujer en la sociedad y en la Iglesia.
- Mantener con renovado esfuerzo nuestra opción preferencial y evangélica por los pobres.
- Acompañar a los jóvenes en su formación y búsqueda de identidad, vocación y misión, renovando nuestra opción por ellos.
- Trabajar con todas las personas de buena voluntad en la construcción del Reino.
- Fortalecer con audacia la pastoral de la familia y de la vida.
- Valorar y respetar nuestros pueblos originarios y afrodescendientes.
- Avanzar en el diálogo ecuménico “para que todos sean uno”, como también en el diálogo interreligioso.
- Hacer de este continente un modelo de reconciliación, de justicia y de paz.
- Cuidar la creación, casa de todos en fidelidad al proyecto de Dios.
- Colaborar en la integración de los pueblos de América Latina y el Caribe.
¡Que este Continente de la esperanza también sea el Continente del amor, de la vida y de la paz!
Aparecida – Brasil, 29 de Mayo de 2007