San Pablo fue un pionero en la predicación del mensaje a todo el mundo y no sólo al pueblo elegido. Al llegar a un nuevo territorio, fundaba pequeñas comunidades, con responsabilidad evangelizadora en toda la región y continuaba su camino misionero, fundando otras comunidades, que se multiplicaban en cada región.
La Comunidad Betania surge de la necesidad de un grupo de palestristas que tienen algunos años en el Movimiento y buscaban un lugar para perseverar que los identifique con sus realidades de Jóvenes Adultos, sus vivencias, carismas y apostolado; una comunidad que los acompañe en esta nueva etapa de la vida.
La idea de una nueva comunidad surgió del sueño de un grupo de Kenosianos, de seguir perseverando dentro del Movimiento.
En el momento del surgimiento de Betania, no existía una comunidad de jóvenes-adultos que les diera contención. Así se animaron a soñar teniendo presente las palabras de un palestrista de varios años: “No vean la partida como si se estuvieran dividiendo, sino como que están multiplicándose” y descubrieron que esa ilusión era fructífera también para Kénosis, porque desde entonces, esta comunidad se animó a crecer.
Betania es el lugar elegido por Jesús para realizar uno de sus Milagros de Amor: el milagro de la Vuelta a la Vida de Lázaro, allí ocurre el anuncio de la Verdadera Resurrección, que no consiste en una prolongación de la vida, sino en la transformación de nuestra persona.
La transformación es ante todo, espiritual, a pesar que afecta a nuestra persona en su totalidad; empieza desde el primer momento en que la fe nos hace salir de nuestra mezquina manera de vivir y nos abrimos a la vida de Dios y es también definitiva: el hombre entra con toda su personalidad en otro mundo que no pasará.
“Los miembros de la Comunidad Betania, como Lázaro, nos hemos sentido como ese hombre enfermo por el pecado, que camina hacia la muerte. Y nos sabemos “vueltos a la vida” por Jesús, a este cambio de vida que nos lleva a un entendimiento más profundo de la espiritualidad cristiana y hacia el amor a los hermanos que nos necesitan”.
Si tendrían que poner en palabras qué significa Betania en lo personal, resuenan palabras como: compromiso, encuentro, compartir, contención, sentimiento de identificación, perseverancia, la posibilidad de seguir creciendo, el lugar concreto donde llevar nuestro estilo de vida asumido.
“Semana a semana Betania me ayuda a ejercitarme para llevar a cabo este estilo de vida; quizás tuve la suerte de poder seguir perseverando con gente que lo hago hace muchos años, también pude conocer y enriquecerme de otros. El cansancio y el desgano muchas veces se hacen presentes, pero Betania es el motor que me ayuda a seguir, la Lucha Ligada es lo que muchas veces me sostuvo y me sostiene, y sigo comprobando que sola no puedo y que realmente todo en comunidad es más fácil. (Martita Haurigot P.M.54)
Hoy, Betania necesita afianzarse como comunidad, fortalecerse aún más en el Amor de Cristo, para que se vean los frutos de ese amor a través del Apostolado.
Sus miembros viven esta etapa de discernimiento desde la oración, para poder crear un apostolado sustentable en el tiempo, desde la serenidad, y desde la unidad en la diversidad, ya que al ir uniéndose nuevos miembros, cada uno trae nuevas ideas, que habrá que congeniar con la que existió desde un principio: un apostolado solidario.
La comunidad todavía un carisma definido, cada uno llega a Betania con el carisma de su comunidad de origen pero buscan siempre ser fieles al carisma Paulino.
El perfil de sus miembros es el de personas muy arraigadas a Palestra, que aman el Movimiento, con mucha formación dirigencial y que, sobre todas las cosas, su razón fundamental es la de mantenerse en este estilo de vida asumido.
Lo principal es tener en cuenta que una comunidad no se crea de un día para el otro, no sólo hace falta un sueño, sino que también es fundamental ser consientes de que implica un proceso muy difícil, donde se requiere compromiso y pasión por ese sueño, perseverancia y paciencia, y sobre todo una fuerte madurez espiritual.
A pesar que el Movimiento no tiene “reglas a seguir” en este sentido, nosotros nos apoyamos mucho en gente con mucha más experiencia y que ya pasó varias veces por estos momentos, para que nos orienten, nos regalen su consejo para seguir adelante.
Una de la mayores “dificultades” fue la falta del sentido de pertenencia a esa nueva comunidad en formación, porque de un día para el otro no surge el sentimiento, no la “querés” tanto todavía, no te sentís tan parte, porque todavía tu historia sigue vinculada a tu comunidad de origen.
Es hasta el día de hoy, después de dos años, que los sentimientos son muy fuertes, hacia Kénosis, Josué o Nueva Alianza por parte de sus ex miembros.
Otra dificultad también es lo “nuevo y desconocido”. Una comunidad de años, tiene una historia sólida donde apoyarse ante cualquier eventualidad, sabe donde recurrir, sabe qué hacer, y cómo hacerlo.
Para Betania, todo es nuevo, vamos experimentando sobre la marcha, y todo se dificulta aún más porque es una nueva etapa por la cual vamos transitando.
Pero a lo largo de estos dos años, hemos tenido presente que “SOLO DIOS BASTA”, que debemos entregarnos confiados a sus manos, porque Él nos quiere siempre cerca suyo.
Apoyados en la fe, nos conduce al anuncio del Reino de Dios en la Tierra y en María, Madre de los Apóstoles, somos instrumentos del Señor de todo lo creado en nuestro camino al apostolado y a la santidad.
Alejandra Pasqualini – Coordinadora Comunidad Betania - Tucumán
La Comunidad Betania surge de la necesidad de un grupo de palestristas que tienen algunos años en el Movimiento y buscaban un lugar para perseverar que los identifique con sus realidades de Jóvenes Adultos, sus vivencias, carismas y apostolado; una comunidad que los acompañe en esta nueva etapa de la vida.
La idea de una nueva comunidad surgió del sueño de un grupo de Kenosianos, de seguir perseverando dentro del Movimiento.
En el momento del surgimiento de Betania, no existía una comunidad de jóvenes-adultos que les diera contención. Así se animaron a soñar teniendo presente las palabras de un palestrista de varios años: “No vean la partida como si se estuvieran dividiendo, sino como que están multiplicándose” y descubrieron que esa ilusión era fructífera también para Kénosis, porque desde entonces, esta comunidad se animó a crecer.
Betania es el lugar elegido por Jesús para realizar uno de sus Milagros de Amor: el milagro de la Vuelta a la Vida de Lázaro, allí ocurre el anuncio de la Verdadera Resurrección, que no consiste en una prolongación de la vida, sino en la transformación de nuestra persona.
La transformación es ante todo, espiritual, a pesar que afecta a nuestra persona en su totalidad; empieza desde el primer momento en que la fe nos hace salir de nuestra mezquina manera de vivir y nos abrimos a la vida de Dios y es también definitiva: el hombre entra con toda su personalidad en otro mundo que no pasará.
“Los miembros de la Comunidad Betania, como Lázaro, nos hemos sentido como ese hombre enfermo por el pecado, que camina hacia la muerte. Y nos sabemos “vueltos a la vida” por Jesús, a este cambio de vida que nos lleva a un entendimiento más profundo de la espiritualidad cristiana y hacia el amor a los hermanos que nos necesitan”.
Si tendrían que poner en palabras qué significa Betania en lo personal, resuenan palabras como: compromiso, encuentro, compartir, contención, sentimiento de identificación, perseverancia, la posibilidad de seguir creciendo, el lugar concreto donde llevar nuestro estilo de vida asumido.
“Semana a semana Betania me ayuda a ejercitarme para llevar a cabo este estilo de vida; quizás tuve la suerte de poder seguir perseverando con gente que lo hago hace muchos años, también pude conocer y enriquecerme de otros. El cansancio y el desgano muchas veces se hacen presentes, pero Betania es el motor que me ayuda a seguir, la Lucha Ligada es lo que muchas veces me sostuvo y me sostiene, y sigo comprobando que sola no puedo y que realmente todo en comunidad es más fácil. (Martita Haurigot P.M.54)
Hoy, Betania necesita afianzarse como comunidad, fortalecerse aún más en el Amor de Cristo, para que se vean los frutos de ese amor a través del Apostolado.
Sus miembros viven esta etapa de discernimiento desde la oración, para poder crear un apostolado sustentable en el tiempo, desde la serenidad, y desde la unidad en la diversidad, ya que al ir uniéndose nuevos miembros, cada uno trae nuevas ideas, que habrá que congeniar con la que existió desde un principio: un apostolado solidario.
La comunidad todavía un carisma definido, cada uno llega a Betania con el carisma de su comunidad de origen pero buscan siempre ser fieles al carisma Paulino.
El perfil de sus miembros es el de personas muy arraigadas a Palestra, que aman el Movimiento, con mucha formación dirigencial y que, sobre todas las cosas, su razón fundamental es la de mantenerse en este estilo de vida asumido.
Lo principal es tener en cuenta que una comunidad no se crea de un día para el otro, no sólo hace falta un sueño, sino que también es fundamental ser consientes de que implica un proceso muy difícil, donde se requiere compromiso y pasión por ese sueño, perseverancia y paciencia, y sobre todo una fuerte madurez espiritual.
A pesar que el Movimiento no tiene “reglas a seguir” en este sentido, nosotros nos apoyamos mucho en gente con mucha más experiencia y que ya pasó varias veces por estos momentos, para que nos orienten, nos regalen su consejo para seguir adelante.
Una de la mayores “dificultades” fue la falta del sentido de pertenencia a esa nueva comunidad en formación, porque de un día para el otro no surge el sentimiento, no la “querés” tanto todavía, no te sentís tan parte, porque todavía tu historia sigue vinculada a tu comunidad de origen.
Es hasta el día de hoy, después de dos años, que los sentimientos son muy fuertes, hacia Kénosis, Josué o Nueva Alianza por parte de sus ex miembros.
Otra dificultad también es lo “nuevo y desconocido”. Una comunidad de años, tiene una historia sólida donde apoyarse ante cualquier eventualidad, sabe donde recurrir, sabe qué hacer, y cómo hacerlo.
Para Betania, todo es nuevo, vamos experimentando sobre la marcha, y todo se dificulta aún más porque es una nueva etapa por la cual vamos transitando.
Pero a lo largo de estos dos años, hemos tenido presente que “SOLO DIOS BASTA”, que debemos entregarnos confiados a sus manos, porque Él nos quiere siempre cerca suyo.
Apoyados en la fe, nos conduce al anuncio del Reino de Dios en la Tierra y en María, Madre de los Apóstoles, somos instrumentos del Señor de todo lo creado en nuestro camino al apostolado y a la santidad.
Alejandra Pasqualini – Coordinadora Comunidad Betania - Tucumán