- PERDER EL MIEDO AL QUE DIRÁN, NO LA VOZ - Mateo 10, 26-33

El evangelio nos ha conservado algunos dichos o refranes con los que Jesús exhortaba a la comunidad de discípulos a no dejarse intimidar por las adversidades.
Los discípulos, veían la amenaza que representaban los grupos armados de esa época, pero eran incapaces de descubrir el peligro encubierto en personas e instituciones que sometían ideológicamente a las personas.
De una parte, las autoridades romanas con un despliegue de fuerza militar. De la otra parte, los fanáticos rebeldes dispuestos a eliminar al que no estuviera de acuerdo con ellos.
En medio estaba la comunidad cristiana con una propuesta alternativa de paz y justicia que no coincidía con ninguno de los dos bandos.
La comunidad cristiana tenía una tercera opción; una comunidad en la que fuera posible la solidaridad, el respeto por el otro, la distribución equitativa de los recursos. En esta lucha estaban prácticamente solos.
Jesús los ponía en guardia, porque esta creía que la única amenaza estaba representada por las armas.
La amenaza mas grave provenía de las ideologías que muchos grupos dentro del imperio romano y el pueblo judío tenían;
.- Cada grupo se presentaba como un defensor de la justicia, la paz y la libertad, pero los hechos contradecían sus encendidos discursos.
.- Cada grupo perseguía sus intereses particulares ignorando los más mínimos principios éticos.

El dilema para los cristianos era el de alinearse en uno u otro bando, creyendo que así se alcanzarían los ideales de justicia, paz y libertad que Jesús había propuesto.
Este problema lo afronta Pablo desde el punto de vista de la justificación por la ley. Las comunidades cristianas tenían la creencia que el cumplimiento estricto de los preceptos religiosos conducía a la salvación del individuo.
Pablo denuncia esta creencia al denunciar que el mero cumplimiento de la letra de la ley no conduce a la justicia. La ejecución de los deberes del culto, como las ofrendas, los baños rituales, los sacrificios, las peregrinaciones... no garantizan una auténtica experiencia de Dios.
Los favores intercambiados entre parientes, colegas, coterráneos o correligionarios no constituyen genuina solidaridad.
Pablo denuncia las artimañas del legalismo, el ritualismo y la religión de masas. La auténtica religión es aquella que nos conduce del hermano hacia Dios, mediante la compasión, la misericordia y la solidaridad.
El cristiano que se ha comprometido con la causa del reino puede hacer suyas las palabras del profeta Jeremías y decir: “a ti, Señor, he encomendado mi causa”.
Pero no como expresión de triunfalismo religioso, sino como expresión de la única justicia posible: la vida plena del pobre.
La vida plena es manifestación de que la lógica de la muerte no ha prevalecido. Si el pobre vive, vive por gracia de Dios y por la opción de las comunidades humanas que no se dejan llevar por la lógica de la barbarie. Por eso el profeta nos invita a alabar al Señor, porque Él ha salvado la vida del pobre.
Tanto la violencia, la venganza, el imperialismo, el ritualismo, el legalismo y la alienación son armas ideológicas ocultas que conducen a la comunidad hacia la muerte.
Estos son los enemigos que pueden matar no solo el cuerpo, sino el alma y llevar a la gente al terreno del fanatismo.
Si una comunidad no va a fondo en su conocimiento de la palabra de Jesús, si no descubre los peligros ocultos al interior de ella misma, si no es radical en su opción por la vida, es probable que termine creyendo que la paz es la ausencia de guerra y que la justicia es un asunto individual, negando así la gracia y la justicia como bien mayor.
Para la Revisión de Vida
¿Cuándo se puede decir que estamos ante una persecución por el evangelio?
¿Qué cruz y qué persecución no tienen que ver con el evangelio?
¿Sufro en mi vida alguna forma de persecución?
¿Temo a la persecución, aunque sea en su forma mínima de temor al qué dirán?

Jeremías es un profeta que tiene que aguantar la persecución de sus contemporáneos. Y clama a Dios preguntándose por qué se ha metido en ese conflicto que no desea, pero acaba siendo fiel a su misión a pesar de las dificultades. ¿Tiene un paralelismo con Jesús?
Hay un dicho que dice; “Busca la Verdad... la Cruz ya te la pondrán."
Sobre una reflexión de:
http://perso.wanadoo.es/laicos/eucaristia/20080622.htm