- POR UNA SOCIEDAD LIBRE – “No dañarán en mi santo monte, porque la tierra estará llena del conocimiento del Señor, como las aguas cubren el mar".

Decía Nelson Mandela: “Durante toda mi vida he luchado contra la dominación blanca y contra la dominación negra y he alimentado el ideal de una sociedad libre. Estoy dispuesto a morir por ello.”
…Y su sueño y su lucha, siguen siendo la causa de muchos, muchísimos hombres y mujeres de buena voluntad, de creyentes y no creyentes, a los que nos hiere de muerte cualquier atisbo de racismo o de xenofobia.
Perece que somos muy civilizados y que hemos aprendido a convivir con la diferencia, incluso a veces, celebramos la riqueza que ésta nos aporta. Pero, desgraciadamente no podemos negar que todavía hay mentes enfermas, o corazones retorcidos, a los que la diferencia les enferma y les hace intolerantes.
Esta semana en el Ayuntamiento de Manresa, España, un partido de extrema derecha cambiaba a un concejal. El joven entrante al consistorio, de 23 años iniciaba su presentación diciendo: “No puede ser que en Manresa haya tantos negros, moros y sudacas”. Y a renglón seguido a firmaba que su lucha se centraría en impedir el permiso para abrir una mezquita en la Ciudad. ¡Dios mío, con 23 años y tanto resentimiento y profiriendo palabras capaces de avergonzar a cualquiera!
Pensando en esto llegó a mis manos un comentario sobre esta realidad en la que alguien a quien no conozco decía: "La estupidez del racista es no darse cuenta de que cuando insulta, menosprecia y ataca a cualquier ser humano se lo está haciendo así mismo, ya que sólo existe una raza, LA HUMANA", y hay que ser muy estúpido para cerrar los ojos a esta realidad.
¡Cuánta vigencia tiene la invitación de Jesús de amarnos los unos a los otros!; ¡cuánto trabajo nos queda para hacer realidad la utopía del Reino, en la que sabiéndonos hermanos los unos de los otros, gastemos todas nuestras energías, fuerzas e ilusiones, en hacer de ésta una sociedad más justa y fraterna, donde el sueño del profeta Isaías sea una realidad:
“El lobo morará con el cordero, y el leopardo se echará con el cabrito; el becerro, el leoncillo y el animal doméstico andarán juntos, y un niño los conducirá. La vaca y la osa pacerán, sus crías se echarán juntas, y el león, como el buey, comerá paja. El niño de pecho jugará junto a la cueva de la cobra, y el niño destetado extenderá su mano sobre la guarida de la víbora. No dañarán ni destruirán en todo mi santo monte, porque la tierra estará llena del conocimiento del Señor, como las aguas cubren el mar". —Isaías 11.1-9
Que el Señor nos renueve por dentro, cambie nuestros corazones, y sólo se escuche en nuestras plazas, en nuestros ayuntamientos, en nuestras familias, la melodía de la paz y la fraternidad, el amor y el respeto.
Sor Lucia Caram - www.dominicos.org/manresa