1.- Aunque hable cinco idiomas y tenga tantos conocimientos que pueda hablar de innumerables temas, si no tengo suficiente amor para no contar chismes ni menospreciar a otros, no solo soy mucho ruido y pocas nueces, sino una persona destructiva.
2.- Y aunque lea mucho la Biblia y me sepa partes de ella de memoria, y rece todos los días y tenga mucha fe y otros dones espirituales, si no tengo suficiente amor para sacrificar algunos deseos personales por el bien de otros, mi supuesta espiritualidad no vale nada.
3.- Y aunque tenga dos empleos para dar de comer a mi familia, contribuya a obras de beneficencia y ofrezca ayuda voluntaria a toda labor comunitaria que se presente, si no manifiesto amor y bondad a quienes me rodean, mi arduo trabajo y mis sacrificios personales carecen de valor.
4.- El amor tiene un día largo, fatigoso y desesperante en la oficina, y no reacciona con brusquedad ni mal genio.
El amor participa de la alegría del que obtiene todas las oportunidades.
El amor no tiene que conducir el automóvil más llamativo, vivir en la casa más grande ni disponer de los aparatos más avanzados.
El amor no siempre debe ser el jefe ni tener la última palabra.
5.- El amor no es tosco ni grosero, y no refunfuña, ni trata de hacer sentir culpables a los demás, ni los presiona para conseguir lo que quiere.
El amor está demasiado ocupado en atender las necesidades ajenas para pasar mucho tiempo preocupándose por las propias.
El amor no se altera cuando las cosas no salen como él quiere.
El amor es rápido para creer lo mejor de las personas y lento para creer lo demás.
6.- El amor detesta que le cuenten chismes. Solo quiere hablar de las buenas cualidades de nuestros semejantes y lo bueno que han hecho.
El amor sabe que lo que escuche, observe y lea influirá en sus actitudes y acciones, y por tanto, en los demás. Por eso, da mucha importancia a cómo emplea el tiempo.
7.- El amor es flexible, se lo toma todo con calma, y puede hacer frente a todo lo que surja.
El amor siempre está listo para dar a los demás un margen de confianza, y espera lo mejor de ellos.
El amor quiere verlos desarrollar su plena capacidad y hace todo lo posible para que así sea.
Al amor nunca se le agota la paciencia, ni siquiera con quienes son lentos para hacer su parte o lo que les corresponda.
El amor no mira constantemente el reloj mientras otros hablan.
8.- El amor nunca falla. Yo decepciono a otros, y otros pueden defraudarme. Todos metemos la pata, nos equivocamos a veces o nos confundimos.
En muchos casos, nuestras palabras y actos se quedan cortos, y nuestras ideas luminosas no siempre se interpretan de la manera que queremos o esperamos.
9.- Somos humanos y fallamos, y con frecuencia somos insensatos.
Lo que entendemos del mundo en que vivimos, no digamos ya del mundo futuro, es parcial en el mejor de los casos.
10.- Pero cuando el Espíritu del amor de Dios vive en nosotros, lo cambia todo.
11.- Aunque en realidad somos niños en cuanto a poner en práctica el verdadero amor, Dios puede ayudarnos a crecer y abandonar nuestra conducta infantil.
12.- Sin Él, no tenemos la menor idea de lo que es amar y de lo que más importa en la vida. Sin embargo, cuando vivimos en Su reino -el reino de los Cielos, que según Jesús está incluso ya dentro de nosotros- podemos ver desde la perspectiva de Él, tener bien definidas nuestras prioridades, hacer uso de todos los recursos posibles y vivir y amar a plenitud.
13.- En la vida hay mucho de agradable y de bueno, ¡pero nada tan bueno e importante como el amor!
La reflexión está basado en la primera Epístola a los Corintios, capítulo 13, cuyo texto dice;
1 Aunque hablara las lenguas de los hombres y de los ángeles, si no tengo caridad, soy como bronce que suena o címbalo que retiñe.
2 Aunque tuviera el don de profecía, y conociera todos los misterios y toda la ciencia; aunque tuviera plenitud de fe como para trasladar montañas, si no tengo caridad, nada soy.
3 Aunque repartiera todos mis bienes, y entregara mi cuerpo a las llamas, si no tengo caridad, nada me aprovecha.
4 La caridad es paciente, es servicial; la caridad no es envidiosa, no es jactanciosa, no se engríe;
5 es decorosa; no busca su interés; no se irrita; no toma en cuenta el mal;
6 no se alegra de la injusticia; se alegra con la verdad.
7 Todo lo excusa. Todo lo cree. Todo lo espera. Todo lo soporta.
8 La caridad no acaba nunca. Desaparecerán las profecías. Cesarán las lenguas. Desaparecerá la ciencia.
9 Porque parcial es nuestra ciencia y parcial nuestra profecía.
10 Cuando vendrá lo perfecto, desaparecerá lo parcial.
11 Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, razonaba como niño. Al hacerme hombre, dejé todas las cosas de niño.
12 Ahora vemos en un espejo, en enigma. Entonces veremos cara a cara. Ahora conozco de un modo parcial, pero entonces conoceré como soy conocido.
13 Ahora subsisten la fe, la esperanza y la caridad, estas tres. Pero la mayor de todas ellas es la caridad.
2.- Y aunque lea mucho la Biblia y me sepa partes de ella de memoria, y rece todos los días y tenga mucha fe y otros dones espirituales, si no tengo suficiente amor para sacrificar algunos deseos personales por el bien de otros, mi supuesta espiritualidad no vale nada.
3.- Y aunque tenga dos empleos para dar de comer a mi familia, contribuya a obras de beneficencia y ofrezca ayuda voluntaria a toda labor comunitaria que se presente, si no manifiesto amor y bondad a quienes me rodean, mi arduo trabajo y mis sacrificios personales carecen de valor.
4.- El amor tiene un día largo, fatigoso y desesperante en la oficina, y no reacciona con brusquedad ni mal genio.
El amor participa de la alegría del que obtiene todas las oportunidades.
El amor no tiene que conducir el automóvil más llamativo, vivir en la casa más grande ni disponer de los aparatos más avanzados.
El amor no siempre debe ser el jefe ni tener la última palabra.
5.- El amor no es tosco ni grosero, y no refunfuña, ni trata de hacer sentir culpables a los demás, ni los presiona para conseguir lo que quiere.
El amor está demasiado ocupado en atender las necesidades ajenas para pasar mucho tiempo preocupándose por las propias.
El amor no se altera cuando las cosas no salen como él quiere.
El amor es rápido para creer lo mejor de las personas y lento para creer lo demás.
6.- El amor detesta que le cuenten chismes. Solo quiere hablar de las buenas cualidades de nuestros semejantes y lo bueno que han hecho.
El amor sabe que lo que escuche, observe y lea influirá en sus actitudes y acciones, y por tanto, en los demás. Por eso, da mucha importancia a cómo emplea el tiempo.
7.- El amor es flexible, se lo toma todo con calma, y puede hacer frente a todo lo que surja.
El amor siempre está listo para dar a los demás un margen de confianza, y espera lo mejor de ellos.
El amor quiere verlos desarrollar su plena capacidad y hace todo lo posible para que así sea.
Al amor nunca se le agota la paciencia, ni siquiera con quienes son lentos para hacer su parte o lo que les corresponda.
El amor no mira constantemente el reloj mientras otros hablan.
8.- El amor nunca falla. Yo decepciono a otros, y otros pueden defraudarme. Todos metemos la pata, nos equivocamos a veces o nos confundimos.
En muchos casos, nuestras palabras y actos se quedan cortos, y nuestras ideas luminosas no siempre se interpretan de la manera que queremos o esperamos.
9.- Somos humanos y fallamos, y con frecuencia somos insensatos.
Lo que entendemos del mundo en que vivimos, no digamos ya del mundo futuro, es parcial en el mejor de los casos.
10.- Pero cuando el Espíritu del amor de Dios vive en nosotros, lo cambia todo.
11.- Aunque en realidad somos niños en cuanto a poner en práctica el verdadero amor, Dios puede ayudarnos a crecer y abandonar nuestra conducta infantil.
12.- Sin Él, no tenemos la menor idea de lo que es amar y de lo que más importa en la vida. Sin embargo, cuando vivimos en Su reino -el reino de los Cielos, que según Jesús está incluso ya dentro de nosotros- podemos ver desde la perspectiva de Él, tener bien definidas nuestras prioridades, hacer uso de todos los recursos posibles y vivir y amar a plenitud.
13.- En la vida hay mucho de agradable y de bueno, ¡pero nada tan bueno e importante como el amor!
La reflexión está basado en la primera Epístola a los Corintios, capítulo 13, cuyo texto dice;
1 Aunque hablara las lenguas de los hombres y de los ángeles, si no tengo caridad, soy como bronce que suena o címbalo que retiñe.
2 Aunque tuviera el don de profecía, y conociera todos los misterios y toda la ciencia; aunque tuviera plenitud de fe como para trasladar montañas, si no tengo caridad, nada soy.
3 Aunque repartiera todos mis bienes, y entregara mi cuerpo a las llamas, si no tengo caridad, nada me aprovecha.
4 La caridad es paciente, es servicial; la caridad no es envidiosa, no es jactanciosa, no se engríe;
5 es decorosa; no busca su interés; no se irrita; no toma en cuenta el mal;
6 no se alegra de la injusticia; se alegra con la verdad.
7 Todo lo excusa. Todo lo cree. Todo lo espera. Todo lo soporta.
8 La caridad no acaba nunca. Desaparecerán las profecías. Cesarán las lenguas. Desaparecerá la ciencia.
9 Porque parcial es nuestra ciencia y parcial nuestra profecía.
10 Cuando vendrá lo perfecto, desaparecerá lo parcial.
11 Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, razonaba como niño. Al hacerme hombre, dejé todas las cosas de niño.
12 Ahora vemos en un espejo, en enigma. Entonces veremos cara a cara. Ahora conozco de un modo parcial, pero entonces conoceré como soy conocido.
13 Ahora subsisten la fe, la esperanza y la caridad, estas tres. Pero la mayor de todas ellas es la caridad.