- LOS FUSIBLES EN LA COMUNIDAD - No conocer, no multiplicar el Carisma Paulino, y hacer un sincretismo con otros carismas, devociones, es un fusible.

Los fusibles son dispositivos que tienen la función de provocar un cortocircuito en el sistema eléctrico cuando hay exceso de tensión, y evitar que se quemen los objetos que están conectados.
Funcionan como una alarma que advierte de una falla profunda que puede afectar a todo el conjunto si no se le presta atención.
Provoca un accidente “ficticio”, para poner atención a la amenaza real, se quema el fusible y se salva el sistema.
Nuestro cuerpo, está lleno de “fusibles” que saltan cuando perciben una amenaza. Cuando amenaza el estrés, a unos les salta el “fusible” del estómago, provocando acidez , a otros les salta el “fusible” de la espalda, provocando una contractura...
Lo típico es tomar un antiácido, ir al fisioterapeuta, pero sin atender a la causa real que provocó el estrés. De nada sirve cambiar el fusible, si no arreglamos el problema, y se irá reproduciendo hasta que el sistema colapse.
También saltan los fusibles en el ámbito de las relaciones humanas.
- Una persona que sin conocerla, me provoca un rechazo instintivo, quizá me está hablando de un aspecto de mí mismo que no tengo bien integrado y que veo reflejado en aquella persona como en un espejo.
- Cuando les reprocho a los demás sus fallos en la amistad, puede tratarse de un fusible que me previene de un sentido de la amistad demasiado centrado en mí mismo.
Por supuesto, puedo ignorar los fusibles y seguir atribuyendo el problema a los demás; pero entonces me pierdo una ocasión única de mejorar como amigo y como persona.
Podemos aplicar este mecanismo también a la vida espiritual y comunitaria.
- La sequedad en la vida espiritual no siempre es negativa y puede actuar como un “fusible de la gracia”. A través de ella, Dios me puede estar advirtiendo del riesgo de apropiación de la experiencia espiritual, en el que Dios me invita a despojarme. Dios nos quiere con poco equipaje a su lado y, de tanto en tanto, toca aligerar la carga.
Y en nuestra vida diaria o comunitaria, cuándo saltan los fusibles.
- Cuando ponemos excesivo énfasis en hacer las cosas, por las cosas mismas, o cuando “descubro” algo que me hace bien y quiero que todos hagan lo mismo que yo y sientan lo mismo que yo.
- Cuando estoy preocupado en forma notoria por sembrar y es Dios quien siembra. O cuando me preocupo demasiado de los resultados de mi acción evangelizadora y no miro la cosecha que realizará Dios.
- Cuando me ocupo demasiado de lo material, de los detalles, de lo vistoso, del protocolo, y me olvido de las personas, de la comunidad de hermanos.
- O cuando una Comunidad se desarma, o no hay ardor para generar otras nuevas, no serán “golpes de tensión” al sistema, al movimiento para que busquemos las raíces de los problemas y dejemos de engañarnos con soluciones pasajeras?.
- Y a nivel dirigencia, no son fusibles cuando los dirigentes no profundizan su formación, su oratoria, la lectura de los signos de los tiempos, de la cultura de nuestros días, cuando no crecemos en compromiso, en vida común, en estrategias evangelizadoras, para estar a tono con el Evangelio en los ambientes?.
- Cuando la rigidez nos invade y hacemos todo según el horario, la norma, la pauta, el uniforme, la disciplina por la disciplina misma, y nos olvidamos que la acción del Espíritu es; pluralista, universal (católica), creativa, dinámica, creciente y es disparador de otros soplos.
- Cuando no profundizamos, valoramos y multiplicamos nuestro Carisma Paulino, y hacemos un sincretismo de carismas, devociones, creencias, y actividades que, aunque muy buenos ellos, tapan la RESPUESTA, que dimos cuando fuimos LLAMADOS, a vivir a Dios de una forma determinada, segun el Espíritu, en la Iglesia.
Todos son fusibles que podemos percibir en cualquier momento, si estamos atentos.
¿Podría funcionar un sistema, el movimiento, la comunidad, mi persona sin fusibles? . Sí… sí podría funcionar, pero el riesgo de dejar el sistema sin protección es demasiado grande.
Afortunadamente, aunque normalmente no los percibamos, ahí están los fusibles, dispuestos a cumplir su cometido cuando los excesos de tensión pongan en peligro nuestro sistema.
Inspirado en un escrito de Marcos Vilarassau