- INTEGRANTE O DISCIPULO - Cual es tu postura en la Iglesia, en el Movimiento, en tu Comunidad?.

Hace un tiempo, la Iglesia Argentina escribió un documento, llamado de Habitantes a Ciudadanos, haciendo la diferencia que el habitante es aquel argentino que vive en un lugar, que está instalado y nada más, que cumple con lo esencial, que se comporta como un usuario o consumidor de su estructura.
En cambio un ciudadano, es aquel que además de conocer, reclamar y acceder a los derechos que su dignidad personal le confiere, es consciente de su responsabilidad y la asume como tarea y compromiso. Participa en el hacer, toma parte en las decisiones, construye, piensa en bien común, se involucra y acepta los desafíos de desinstalarse.
Para el habitante o el “integrante” de una comunidad o grupo, el bien común de la comunidad o grupo pasa a ser “lo de nadie”, y al ser de nadie, está puesto allí para apropiarse de él, usarlo, en otros casos dañarlo, y lo que es muy malo; ignorarlo, no darle su real dimensión y valor.
El Bien común de una Comunidad o Grupo dentro de la Iglesia es todo lo que tiene que ver con su respuesta al llamado de Dios, son las personas, es la espiritualidad, el carisma, la identidad de esa comunidad, su historia, su sabidurías, sus sueños, sus anhelos, los emprendimientos y actividades que programa y realiza, el Bien común es respetar la continuidad de esa Comunidad en el tiempo, lo que el Espíritu de Dios quiso que fuera, cuando fue fundada.
En cambio, “el integrante”, solo está de paso, de pasada, o simplemente está instalado pasándola bien, pero sin ser parte de la Comunidad, entra y sale, se toma “vacaciones”, desaparece por sus estados de ánimos, siempre le “pasan cosas” que le impiden ir o hacer, o tiene arrebatos de “estudiante”, siempre tiene alguna excusa a mano, se lo persigue para que cumpla con sus obligaciones, se lo arrea para hacer algo en común, se le pide “por favor” a que asista, aparece en los comentos culminantes de una actividad, pero nunca está en la preparación, y la lista es larga.
El discípulo tiene otra actitud y manera de estar y hacer.
A imagen de eso, reflexionemos sobre ser un “integrante”, un habitante de una comunidad, un grupo, un movimiento o ser algo más, mejor y más completo, ser discípulo.
“EL INTEGRANTE”;
- Sabe mucho de sus gustos pero poco del Carisma al que fue llamado, el discípulo sabe en su interioridad que ahí fue llamado a amar, compartir, conocer, rezar y experimentar a Dios.
- Vive de visita, de paseo o en constante “búsqueda”, en grupos, movimientos, parroquias, instituciones… se anota en todo. El discípulo sabe discernir y se queda donde es su lugar.
- Suele esperar panes y peces; el discípulo es un pescador nato.
- Cree si toca y ve, en cambio el discípulo cree sin haber visto.
- Lucha por cuidar su talento, por enterrarlo, para devolverlo tal cual se le entregó… el discípulo lucha por multiplicar.
- Quiere que le sirvan; el discípulo se atreve a servir.
- Le gusta ser halagado; el discípulo halaga con su servicio y su trabajo comunitario.
- Entrega parte de sus ganancias; el discípulo entrega su tiempo, su esfuerzo, su vida.
- Generalmente, se aburre, cae en la rutina; el discípulo está en constante movimiento, pedaleando siempre.
- Espera que se le asigne tarea; el discípulo es rápido en asumir responsabilidades.
- Se queja, murmura y reclama; el discípulo se niega a si mismo, piensa y comienza a actuar.
- Es condicionado por las circunstancias; el discípulo aprovecha las circunstancias para ejercitar su fe.
- Reclama que le visiten, el discípulo visita.

- Vale para sumar, el discípulo vale para multiplicar.
- Es trastornado, llevado por la corriente del mundo, el discípulo trastorna el mundo.
- Hace estructuras, vive por ellas y en ellas. El discípulo rompe moldes.
- En su comodidad le gusta ser “dirigido”, el discípulo usa la autodisciplina, se hace cargo, toma decisiones y las disfruta.
- Sueña con la iglesia ideal, con la sociedad ideal, el discípulo logra la iglesia real, realiza la sociedad real.
- “Nunca” piensa, es arrebatado, el discípulo coordina sus ideas.
- Generalmente sus actos y gestos van por un lado y sus ideas por otro, el discípulo; une ambas cosas, tiene concordancia entre sus ideas teñidas de evangelio y los gestos de la vida diaria.
- Su rostro muchas veces no dice nada… el discípulo refleja en su rostro lo que vive, piensa y siente.
- Cuando habla no convence, no arrastra, el discípulo hace de su voz un instrumento para denunciar y anunciar.
- Su postura ante las cosas del mundo son ambiguas, poco profundas, el discípulo sabe que tiene que tener una postura apropiada en sus ambientes.
- Habla mucho de las personas, el discípulo debate sus ideas y respeta a las personas y lo que piensan.
- Predica muchas veces “su” evangelio, el discípulo hace más discípulos con el Evangelio de Cristo.
- Espera sorpresas, impactos y golpes de gracia y de fe, el discípulo es parte de ellas.
- El integrante tiene a mano su “almohada”, un lugar cómodo, de descanso, pero al discípulo se le ofrece una cruz vacía, la del Resucitado, para que desparrame Vida.
- Vive de frases y versos, de posturas y respuestas armadas, de compromisos ostentosos, pero el discípulo dice aquí estoy!., al modo Paulino… “Señor… Que quieres que haga?.”.
- Su vida es un permanente adviento, vive esperando, el discípulo tiene un tiempo de espera, pero va en busca del Nacimiento, vive la Navidad.
.- El integrante hace “estancamiento”, el discípulo hace Movimiento.

¿En este tiempo de espera, eres integrante o eres Discípulo?