- MARÍA DE LA MERCED - Que hermoso sería potenciar aún más los esfuerzos de la Nueva Evangelización, dejar nuestros puertos seguros y navegar al interior del prójimo y sus esclavitudes.

Ofrecemos a nuestro Dios esta nota sobre María, como una reflexión-oración por el Motivador 14 de Menores Carcelados que se realizará el 30 de Septiembre por medio de la Comunidad Filemón del Movimiento Palestra en Tucumán.

Sin dudas María en la advocación de la Merced, nos enseña a vivir el valor de la inclusión, sólo basta recorrer la historia y su mensaje para darnos cuenta.
Corre el siglo XIII, los Moros se apoderan de España, muchos cristianos son tomados en cautiverio, considerados una mercancía, sin duda el gran sentimiento que invade esos corazones es la exclusión, han sido despojados no sólo de su libertad sino de su misma dignidad de personas.
Son considerados mercancías al servicio egoísta de algún mercader. María entonces llama a Pedro Nolasco, un joven que había jugado su vida, vendido sus bienes en la obra de redimir cautivos y le pide comprarlos para ponerlos en libertad, INCLUIRLOS como parte importante de la iglesia.
La madre de Dios, le pide que funde una orden en su honor para la redención de los cautivos, “HE OIDO A MIS HIJOS QUE GIMEN EN DURA CAUTIVIDAD, CON PELIGRO DE PERDER SU FE"...
Una madre no hace acepción de personas, busca a su hijo perdido, cura al que sufre, protege al que está en peligro. María se identifica como la que viene a derramar su merced, es decir sus dones, para que todos sus hijos formen parte de la familia santa y para que entre nosotros podamos descubrirnos como hermanos.
Luego en América, es la que ayuda a incluir a los habitantes de nuestro suelo, abriendo camino, guiándolos, uniéndolos...
Hoy María clama a nuestro pueblo, porque sigue habiendo hijos excluidos, mal tratados, despreciados. Sigue existiendo entre nosotros la intolerancia, la indiferencia, la ausencia de diálogo y hasta la trata de personas...
Por eso Hermano, María te llama a vos, como lo hizo con Pedro Nolasco un día, a ocuparte del que sufre, a sentir sus cadenas como la tuyas, porque un día el Señor te preguntará: ¿QUÉ HAS HECHO POR TU HERMANO?
Hay tantos hermanos encarcelados; en sus adicciones, en su pobreza, miseria, falta de oportunidades, falta de espacios para dignificarse. Hay tantos hermanos encarcelados en sus graneros llenos, en su opulencia, en sus “conocimientos” y “sabidurías”, en sus soberbias y egoísmos. Encarcelados en los criterios del hermano mayor y del maestro de la ley.
Hermanos que están presos de la soledad, la enfermedad, la vejez, adolescentes, jóvenes y adultos desorientados, familias encarceladas en el mutismo y la rutina. Hermanos presos aún en la propia Iglesia, que son dejados de lado, borrados, ninguneados, y pesa sobre ellos la indiferencia nuestra por ser divorciados, separados, juntados, adictos, … ellos son los cautivos a los que tenemos que acercarnos por medio de María.
Tantas cárceles, para que Jesús y su Madre, redentora de cautivos nos manden a ofrecer nuestras personas, nuestros talentos, nuestras Comunidades, nuestro Movimiento por esos hermanos que necesitan liberarse.
Que hermoso sería continuar la ocupación de María por los oprimidos, los encarcelados de todo tipo. Que hermoso sería potenciar aún más los esfuerzos de la Nueva Evangelización, salir de nuestros puertos y navegar al interior del prójimo y sus esclavitudes, que hermoso sería pedalear con fuerza al encuentro del hermano y captar sus distintas formas de buscar la libertad.

“Su brazo llevó a cabo hechos heroicos, arruinó a los soberbios con sus maquinaciones.
Saco a los poderosos de sus tronos y puso en su lugar a los humildes; repletó a los hambrientos de todo lo que es bueno y despidió vacíos a los ricos.”
Lucas 2, 51-53