Termina el Año Señor Jesús, lleno de actividades, vivencias y encuentros, plenos de gracia, hermanos que llegan a la casa a buscar el abrazo sanador del Padre, lágrimas de alegría y de dolor.
Lucha Ligada a tiempo y a destiempo, contra todo pesimismo, desafíos de todo tipo, construcción de lo que nos toca como miembros de la Iglesia, del Movimiento, para sumar y no restar. Todo un año de experiencias personales y comunitarias.
Señor, te pedimos perdón por todas nuestras faltas, nuestros errores, nuestras omisiones con el hermano, pero también te damos gracias por tanto amor derramado, por tanta alma liberada, por tanta curación.
Te pedimos que una vez más nos acompañes en el caminar como Movimiento, y que podamos darte lo mejor de nosotros en la familia, en el estudio, en el trabajo, en la vida comunitaria, en el ser ciudadano, en ser positivos y tener gestos solidarios.
Gracias a Vos, señor de la Vida, por todos aquellos que nos socorrieron en los momentos difíciles; médicos, enfermeras y personal del Hospital Padilla, a los hermanos que nos acompañaron con su presencia y oración. Su esfuerzo y vocación no pasó en vano por nuestros corazones y en la mesa de la Eucaristía.
Con tu presencia y a través de ellos valoramos la Vida y nos aferramos a la Esperanza de la Resurrección.
Un gracias especial para todos aquellos que colaboraron de muchas maneras para realizar las cosas que nos trazamos como objetivos; a los que donaron todo tipo de material que necesitábamos, a los que aportaron con sus becas para los Motivadores, a las familias de los palestristas y su cálida acogida, a las comisiones, a los vocales, coordinadores de comunidades, a los palestristas que por distintos motivos no perseveran en una comunidad Palestrista, pero que siempre están, siempre se ofrecen y siempre se acuerdan con amor de sus raíces.
A los hermanos de las Pastorales, Consejo de Laicos, los Curas que nos acompañaron en mil momentos, a los Movimientos y asociaciones de la Arquidiócesis por estar.
A los que tienen presente siempre su resto fiel, al que apelan constantemente para no soltarse de la mano del Padre, porque su testimonio de lucha nos hace mejores.
Gracias por poder festejar nuestros 40 años con un trabajo fecundo en todo el 2011, por poder agradecer a los que nos precedieron en la vivencia de Movimiento, por nuestra historia Palestrista, por la visita del Obispo Alfredo.
Todo fue una enseñanza que nos motiva más y mejor a la construcción del Reino. Gracias Señor.
“Te doy gracias, Señor, por tu amor;
no abandones la obra de tus manos.
¡Aleluia! ¡aleluia!
Te doy gracias, Señor, de corazón,
porque escuchaste las palabras de mi boca;
en presencia de tus ángeles te canto
y me postro hacia tu santo templo.
Te doy gracias por tu amor y tu lealtad,
tu promesa ha superado tu renombre;
cada vez que te invoqué me respondiste
y aumentaste la fuerza de mi alma.
El Señor completará en mí
la obra que ha empezado.
¡Señor, tu amor es eterno,
no abandones la obra de tus manos!”