“Nos cuesta mucho entender que la vida y el cómo vivirla depende de nosotros, el cómo enganchamos con las cosas que no queremos, depende sólo del cultivo de la voluntad. Si no me gusta la vida que tengo, deberé desarrollar las estrategias para cambiarla, pero está en mi voluntad el poder hacerlo. “Ser feliz es una decisión”, no nos olvidemos de eso. Entonces, con estos criterios me preguntaba qué tenía que hacer yo para poder construir un buen año porque todos estamos en el camino de aprender todos los días a ser mejores y de entender que a esta vida vinimos a tres cosas: -aprender a amar, a dejar huella, y a ser felices. (Mamerto Menapace)
Ni la vida es tan simple como para creer que por solo desear algo ya lo tendremos, ni tan complicada como para vivir deseándolo y nunca alcanzarlo. Ya termino el 1º mes del 2012, pero aun podemos decir que estamos estrenando un año nuevo.
Diciembre es un tiempo de evaluación del camino recorrido y Enero/Febrero seria la oportunidad de proyectarnos, de repensarnos y tomar las decisiones en consecuencia a nuestro “querer ser – querer hacer”.
Indudablemente hay situaciones que se presentan como variables que no controlamos; la muerte de alguien querido, enfermedades, pérdidas significativas, tan simple y tan complejo como asumir “la vida que nos pasa” que es muy distinto a “resignarnos con actitud determinista a lo que nos pasa en la vida”.
Pareciera que muchas veces estamos inmersos en una maraña de conflictos, descreimientos y pesimismo. Escuchamos con frecuencia anhelar un trabajo mejor, tener un modelo mental de hijos ajenos, desear los bienes de otro o creer que somos acreedores de todas las situaciones dolorosas y/o negativas.
Los cambios deseados se logran cambiando. Imposibles conseguir resultados diferentes utilizando las mismas estrategias que me llevaron a estar desconforme. Desandar caminos recorridos o hábitos adquiridos es tan o más complejo que aprender a andar.
… entender que a esta vida vinimos a tres cosas: a aprender a amar, a dejar huella, a ser felices, implica, al menos para mí, apropiarme de los sueños, recuperar algo de nuestra sana rebeldía primera o adolescente. Aquella que nos hacía pensar en nobles ideales, esos por los que vale la pena “jugarse”.
Todos necesitamos encontrar valores que den sentido a nuestra vida, desinstalarnos, dejar el miedo que paraliza. Construir un año siendo protagonista de mis decisiones y mis acciones. Construirlo desde la certeza que mi piso y mi techo se vincula de manera directa con el nivel de mis aspiraciones, alinear mi “querer ser” con mi “hacer”.
El primer compromiso para construir un año diferente, es para con mi persona, sabiendo que valen tanto mis “si”, como mis “no”, el difícil entrenamiento de priorizar.
Que quiero, cuando lo quiero, como lo quiero, cuanto implica lograrlo y actuar en consecuencia.
Desandar, es contradictorio, me instala, me instala en mi visión de futuro; John Maxwell dice” nuestro sueño, cuando lo seguimos, es el mejor pronosticador de nuestro futuro.”
Un Proyecto de año y de vida que pueda hacer tangible el amar, dejar huellas y ser felices, necesariamente incluye un trípode en el que están presente: mi persona (ocuparme de cuerpo, mente y espíritu); la familia o mi núcleo de referencia primaria (ocuparme de la calidad de los vínculos y los afectos); la sociedad o comunidad donde habitamos (ocuparme del capital social que es confianza, convivencia, ciudades saludables).
Graciela Salazar – PM 18.