Reflexión para la Eucaristía del domingo 5 de febrero en
base a; Marcos 1,29-39
En la sinagoga de Cafarnaúm Jesús ha liberado por la
mañana a un hombre poseído por un espíritu maligno. Ahora se nos dice que sale
de la sinagoga y marcha a "la casa de Simón y Andrés".
La indicación es importante pues, en el evangelio de
Marcos, lo que sucede en esa casa encierra siempre alguna enseñanza para las
comunidades cristianas.
Jesús pasa de la sinagoga, lugar oficial de la religión
judía, a la casa, lugar donde se vive la vida cotidiana junto a los seres más
queridos. En esa casa se va a ir gestando la nueva familia de Jesús.
Las comunidades cristianas han de recordar que no son un
lugar religioso donde se vive de la Ley, sino un hogar donde se aprende a vivir
de manera nueva en torno a Jesús.
Al entrar en la casa, los discípulos le hablan de la
suegra de Simón. No puede salir a acogerlos pues está postrada en cama con
fiebre. Jesús no necesita más. De nuevo va a romper el sábado por segunda vez
el mismo día. Para él lo importante es la vida sana de las personas, no las
observancias religiosas. El relato describe con todo detalle los gestos de
Jesús con la mujer enferma.
Se acercó. Es lo primero que hace siempre: acercarse a
los que sufren, mirar de cerca su rostro y compartir su sufrimiento. Luego, la tomó de la mano: toca a la enferma, no teme las reglas de pureza que lo
prohíben; quiere que la mujer sienta su fuerza curadora.
Por fin, la levantó,
la puso de pie, le devolvió la dignidad.
Así está siempre Jesús en medio de los suyos: como una
mano tendida que nos levanta, como un amigo cercano que nos infunde vida.
Jesús
solo sabe servir, no ser servido. Por eso la mujer curada por él se pone a "servir" a todos. Lo ha aprendido de Jesús. Sus seguidores han de vivir
acogiéndose y cuidándose unos a otros.
Pero sería un error pensar que la comunidad cristiana es
una familia que piensa solo en sus propios miembros y vive de espaldas al
sufrimiento de los demás. El relato dice que, ese mismo día, "al ponerse el
sol", cuando ha terminado el sábado, le llevan a Jesús toda clase de enfermos y
poseídos por algún mal.
Los cristianos hemos de grabar bien la escena. Al llegar
la oscuridad de la noche, la población entera con sus enfermos "se agolpa a la
puerta".
Los ojos y las esperanzas de los que sufren buscan la puerta de esa
casa donde está Jesús. La Iglesia solo atrae de verdad cuando la gente que
sufre puede descubrir dentro de ella a Jesús curando la vida y aliviando el
sufrimiento. A la puerta de nuestras comunidades, de nuestras vidas, hay mucha gente sufriendo. No
lo olvidemos.
Eclesalia Informativo