DISCÍPULOS SIN VENDAS – Si de verdad decimos felices pascuas de resurrección, es porque nos sacamos las vendas que nos impiden ver al prójimo.


La vivencia del ciclo litúrgico nos invita  a vivir el mensaje de salvación tal como llegó hasta nosotros, encarnado en una realidad concreta.
Las vendas del resucitado quedaron en el suelo, dentro de la tumba, según el relato del evangelio. Quizás esta imagen nos ayude a quitar muchas vendas que no nos permiten caminar como resucitados, con amor, libertad y dignidad.

Las vendas de la indiferencia, de la discriminación, no permiten ver al hermano necesitado.
Las vendas del consumismo y del materialismo impiden el compartir con los demás.
Las vendas de la injusticia social no dan lugar a la igualdad y al respeto.
Las vendas de la mediocridad en el compromiso social, anula el crecimiento hacia la lealtad, la excelencia y la perfección.
Si hay algo que incapacita al ser humano para superarse y ser mejor, es el miedo a quitarse las vendas de los ojos. “¡Sal de la tumba lázaro! ¡Quítenle las vendas para que camine!”, dijo Jesús a su amigo.
Se las quitó también a las dos mujeres que fueron de madrugada a visitar el sepulcro, y luego lo reconocieron. 
A san Pablo se le cayó una especie de escamas de los ojos. Y todos los que pasamos por una situación similar podemos decir que es una experiencia preciosa, reconfortante y transformadora.

El cambio de mentalidad de cada uno hará del mundo una sociedad sin tantas vendas para que camine resucitada y resucitadora. ¡Aleluya! ¡Aleluya!
Cristina Aguirre