En el año 2007 a partir de Aparecida surgió la propuesta de una pastoral urbana, que pueda transmitir que Dios vive en la ciudad, que brinde atención especial al mundo del sufrimiento urbano, que cuide de los caídos a lo largo del camino, a los que se encuentran en los hospitales, excluidos, habitantes de las nuevas periferias, a las familias desintegradas, a los que no tienen techo...
Soy parte del Movimiento hace 10 años, comencé mis primeros pasos en la comunidad Kénosis de la etapa jóvenes; donde siempre resonó en mi corazón esa convicción de que Palestra forma líderes y dirigentes evangélicos, que la mística social debía trascender las paredes del Tulio y decir con la fuerza del testimonio ¡“será la calle nuestra trinchera”!.
Así comenzaba mi transición a la etapa jóvenes adultos, pidiendo junto con otros hermanos palestristas, la inspiración del Espíritu Santo para que nos guíe y encontremos una nueva comunidad de perseverancia acorde a nuestra realidad de vida. Así surgió GALILEA, una comunidad de la etapa jóvenes adultos que se planteó el desafío de Aparecida, y quiso desde la mística y espiritualidad paulina, actualizar lo que hacía Jesús en Galilea, pensando cómo actuaría Él en la realidad de nuestra provincia y con pequeñas acciones ir abriendo nuevos itinerarios pastorales.
Cumpliremos cuatro años como comunidad y no puedo dejar de agradecer a Dios por las experiencias de apostolado que nos han enriquecido: 3 Jornadas del día del niño en un barrio periférico, 5 Noches solidarias con personas en situación de calle, “Proyecto Los grandes por los chicos” de construcción de una plaza para niños carenciados, Misiones de navidad en un asentamiento urbano del Manantial, Visitas Navideñas, Campaña de juguetes y Pesebres vivientes en el Hospital del Niño Jesús… nos ayudaron a palpar y ver de cerca cómo se concretiza en la realidad ese anhelo de la pastoral urbana de “ser fermento que dinamiza”.
En agosto de 2011, el entonces cardenal Bergoglio convocó en Buenos Aires el Primer Congreso Regional de Pastoral Urbana, en el discurso de apertura daba pistas para encontrar a Dios en la ciudad que resumía en la dinámica de “salida y encuentro”: como en la historia de Zaqueo que al enterarse de que Jesús estaba en la ciudad salió a su encuentro, porque “Dios vive en Cristo y Cristo vive, en y entre los hombres, forma parte de sus historias de vida en sus casas, en los barrios”; las conclusiones del congreso renovaron nuestra opción por anunciar el kerigma urbano y nos invitaron a seguir profundizando nuestra opción de apostolado.

¡Cómo explicarles mi emoción cuando recibía la noticia de que Bergoglio se convertiría en nuestro papa! El mismo Bergoglio que tanto leímos, que fue instrumento de Dios para iluminar nuestro discernimiento, que fue pionero en nuestro país en darle forma a la pastoral urbana.
Por eso, nos sentimos muy identificados con las palabras de nuestro papa Francisco: “¡Cómo quisiera una Iglesia pobre y para los pobres! La pobreza se aprende con los humildes, los enfermos y con todos aquellos que están en las periferias existenciales de la vida. La pobreza teórica no nos sirve. La pobreza se aprende tocando la carne de Cristo pobre en los humildes, los pobres, los enfermos y los niños”.
Hoy la iglesia nos pide mayor compromiso social, mayor atención a las personas en situación de exclusión, que buscan la confidencia espiritual, el diálogo afectuoso y fraterno, la acogida en parroquias y capillas y la participación en comunidades orantes. Nosotros queremos ser parte de esta renovación de la iglesia y salir al encuentro, recorrer las casas de las periferias urbanas, buscando dialogar con todos en espíritu de comprensión y caridad, para que se sientan personas amadas porque “el pueblo pobre de las periferias urbanas necesita sentir la proximidad de la Iglesia y recibir el divino bálsamo de la fe”.
Estamos en la etapa de planificación de un nuevo proyecto misionero, esta vez a largo plazo, en un barrio de El Colmenar, como todo nuevo comienzo, la emoción, la esperanza, las ansias, la alegría… se renuevan, por eso pedimos a nuestros hermanos palestristas acompañamiento en la oración; estamos convencidos de que la pastoral urbana debe construirse como la pastoral de la esperanza, porque debe inyectar nueva fuerza a la opción por los pobres; lo propio de la pastoral urbana es un corazón que ve, que sabe discernir dónde se necesita amor y actúa en consecuencia.
Que en estos días próximos a la solemnidad de san Pablo, podamos como comunidad, como Movimiento seguir su ejemplo de liderazgo y ser perceptivos de la realidad social, tanto como para animarnos a decir: “Me he hecho débil con los débiles para ganar a los débiles, me he hecho todo en todos a fin de salvar a algunos” (1 Cor. 9:22)
Mariana Cecilia Vega P.M. 62