EL MIEDO NO ATIENDE RAZONES - Zaqueo tenía miedo al cambio, y se escondía. Jesús quiso sacarlo de ese escondite: “Zaqueo, baja pronto porque hoy tengo que quedarme en tu casa”

¿Cuántos proyectos, planes, emprendimientos, deseos de crecimiento y expansión, etc. deben habernos quedado truncos o postergados a raíz de miedos y temores? 
A lo largo de nuestra vida personal o comunitaria, vencer el temor a lo desconocido o a los desafíos que la vida nos presenta no es un reto menor. Decidir firmemente cómo actuar ante esa emoción, tal vez, sea una de las claves para empezar a lograrlo.
Un cuento nos ayudará a encontrar algunos elementos para reflexionar sobre el tema:

Había una vez un cuidador de cabras que había heredado de sus padres una cabaña, en un lugar solitario, triste y poco habitable, con poca agua y pocos pastos. Él lo sabía bien, pero, por temor, nunca se atrevió a ir a otro lugar; allí se había criado, era un recuerdo de sus padres; además, era una persona indecisa y cómoda.
Un año, durante el otoño, hubo una gran inundación. El agua se llevó la cabaña y todo lo que poseía. Solo se salvaron él y unas cuantas cabras. Se puede decir que de milagro.
En esa situación tan desesperada, tuvo que hacer muchos kilómetros para buscar un lugar más seguro para él y sus cabras. Los caminos, aparte de interminables, estaban lleno de dificultades. Al final, encontró un lugar que le gustó.
Como el invierno frío se había echado encima, tuvo que pasar muy malos ratos para hacer una cabaña, preparar establos para sus cabras, vallar algunos prados, hacer pozos, zanjas y canales.
Solo al final, se quedó encantado y lamentó no haberlo hecho antes.
(Adaptación de un cuento tomado de Fábulas y relatos, de A. Francia y O. Oviedo 1997).

EL MIEDO NO ATIENDE RAZONES
Nada hay más destructivo que el miedo: el miedo paraliza, incapacita para percibir la fuerza que hay en cada uno, no deja vivir ni actuar con libertad. El ser humano para sentirse más seguro ha inventado un montón de inseguridades. José María Cabodevilla  nos cuenta cómo es la conducta humana para liberarse de los enemigos. Así, las gentes, para liberarse de los ladrones, han cerrado sus puertas; después pusieron telas metálicas en las ventanas para liberarse de los insectos; pero nunca pudieron liberarse de una especie de animal mucho más dañino: los monstruos que dentro de su cabeza crea el propio miedo.
Los psicólogos nos hablan de algunos miedos que experimenta la persona en el hoy, como miedo al fracaso, a las responsabilidades, miedo a las críticas, a la soledad, a la enfermedad, a la muerte, a la intimidad, a no llevarse bien con los demás, al ridículo, a lastimar a otro, al cambio, a crecer, a la libertad.
Según afirma Watson, casi todos nuestros miedos son aprendidos, no son innatos o heredados. Igual que aprendemos a lo largo de nuestra vida a tener un temor desproporcionado o descontrolado, también podemos dejar estas respuestas inmaduras y reaprender otras más maduras y apropiadas.
Contra el miedo, contra la obsesión por la seguridad, no hay otro camino que el amor a la vida y la aceptación de los riesgos que conlleva vivir.
Para lograr la confianza en nosotros mismos, nos puede ayudar: El alejar de nuestra mente el pensamiento negativo de que vamos a fracasar y el tener una gran fe en Dios. Da mucha paz y seguridad el abandonarse en las manos de Dios y creer que el “Reino de Dios está dentro de nosotros” (Lc 17, 21). “Si Dios está con nosotros, quién puede estar en contra “(Flp 4, 13). Con él todo es posible, ya que “todo lo puedo en Aquel que me conforta” (Flp 4, 13).

Zaqueo tenía miedo al cambio, pero deseaba encontrarse con Jesús. Sin embargo, no le ayudaba su estatura, pues era bajito, y la muchedumbre le impedía el poder verlo pasar. Así, un día decidió subirse a un árbol para ver a Jesús, pero, al mismo tiempo, temía ser descubierto por los demás, por eso, se escondía entre las ramas. Jesús quiso sacarlo de ese escondite y le dijo: “Zaqueo, baja pronto porque hoy tengo que quedarme en tu casa” (Lc 19, 5). Zaqueo perdió el miedo a dejar el fabuloso negocio que tiene y bajó para llenar su casa de paz, amor, alegría y libertad. “La salvación ha llegado hoy a esa casa” (Lc 19, 9).
(Eusebio Gómez Navarro, Parábolas para una vida más feliz, SAN PABLO, 2010)

Si no tuviese miedo, me atrevería a hacer muchas cosas y no claudicaría.
Caminaría sobre el mar, no me detendrían las tormentas,
compartiría mi fe, no negaría a mi Señor.
Defendería la verdad, no callaría cuando tengo que hablar,
enfrentaría la maldad, no me intimidarían los poderosos.
Pero hoy reconozco que tengo miedo.
Por ello, pondré mi vida en las manos del Señor y le pediré que inunde todo mi ser con su amor,
y confiaré en sus fuerzas.
Cuando eso suceda, a pesar del miedo:
resistiré, avanzaré, proclamaré la Verdad,
me jugaré por la Paz, lucharé a favor de la Justicia, viviré el Evangelio.
Por el simple hecho de ser débil y tener miedo, no dejaré esto para mañana.
Hablaré con mi Señor, le confiaré todo mi ser, hoy, ahora, ya mismo.
Amén.
(Néstor Aveiro, en Red Clai)
Autor nota: Jorge A. Blanco